Benjamín Gamond llegó a las costas de Oaxaca el pasado 11 de mayo del 2023, acompañado de su amigo de toda la vida, Santiago Lastra, y de la novia de este, Macarena González. La novedad de Oaxaca les sacudió los corazones de entusiasmo. Tenían ante sí la inmensidad de las lagunas de Chacahua, con sus ecosistemas únicos, sus cocodrilos voraces, y sus aguas que brillan con una luz propia bajo las noches sin luna. Es, por muchas razones, uno de los lugares más bellos de México. Pero los jóvenes argentinos no sospechaban que aquel paraje de playas edénicas sería el escenario de sus pesadillas. Benjamín no era nuevo en México. Tenía 23 años. Era el menor de ocho hermanos de la familia Gamond, y jugaba en el Rugby Club de Tala, en la recóndita Argentina. Vivió un tiempo en las costas de Quintana Roo, donde trabajó como mesero durante la temporada vacacional de Tulum. A través de sus redes sociales, Benjamín compartía su fascinación por el caribe mexicano, con sus cenotes innumerables, sus atardeceres en la playa, y dejó rezagos de su vida encallados en las soledades infinitas del internet. Era la segunda ocasión que visitaba nuestro país, y lo acompañaba su amigo Santiago Lastra. Con el dinero que consiguió de su trabajo, Benjamín se puso como propósito conocer la costa del Pacífico, pues quería aprender a surfear, y eligió como destino los mares de azulgrana de Oaxaca. Al viaje se unió Macarena González, la novia de Santiago, y los tres jóvenes partieron a las playas del otro lado de México, en una plan sin malos augurios, sin contratiempos. Benjamín, Santiago y Macarena llegaron a Oaxaca el 11 de mayo del 2023. Para arribar al destino difícil de Chacahua, una isla oculta entre universos de lagartos y laberintos de manglares, era necesario rentar una lancha, por lo que contrataron el servicio de Cruz Irvin Martínez Flores, de 21 años, originario de Guerrero, que puso la embarcación a su disposición. Cruz Irvin había llegado poco tiempo atrás a Oaxaca, buscando trabajo.El guerrerense les aseguró a los argentinos, mientras navegaban a través de la laguna, que era maestro de surf, y que cualquier cosa que necesitaran, no dudaran en buscarlo. Llegar a Chacahua en lancha toma casi una hora, por lo que tuvieron tiempo de sobra para convivir y grabarse en la memoria de lo cotidiano sus respectivos rostros. Se despidieron de Irvin. Los jóvenes llegaron a Chacahua, donde Benjamín pasó su primera y última noche. Estaba entusiasmado. Mañana sería un nuevo día; no había nada que temer. Al amanecer del 12 de mayo, Benjamín, Santiago y Macarena se dirigieron a la playa para desayunar. Tenían todo el día por delante, y con las expectativas hasta el cielo de la travesía por venir en Puerto Escondido. Reconocieron de inmediato a Cruz Irvin Martínez, con quien habían tratado apenas la tarde anterior, y Benjamín se le aproximó en solitario para preguntarle si sabía dónde podían comprar o conseguir tablas de surf. Pero algo cambió: Cruz Irvin Martínez pareció no reconocer al joven argentino, y lo ignoró de modo más bien brusco. Fue notorio su comportamiento errático, pero entonces no le dieron la debida importancia."Me habló raro, como si no me conociera", le dijo Benjamín a sus amigos. Las versiones se contradicen entre sí en este punto, pues hay quienes aseguran que hubo un breve altercado entre Cruz Irvin y Benjamín, que en todo caso no justificaba para nada lo que pasaría después; y hay quienes afirman que hubo también interacciones con tintes de racismo por parte de Benjamín hacia Cruz Irvin. Los testimonios más fuertes indican, no obstante, que nada de esto ocurrió, pues la última versión contrasta con lo que el joven argentino creía y defendía del mundo, su fascinación por México, y que Cruz Irvin y Benjamín Gamond no habían convivido más que en el trayecto en lancha, donde las cosas habían resultado tan naturales que fue que Cruz Irvin les aseguró que lo buscaran si necesitaban algo. La tragedia ya les había marcado los destinos. Momentos más tarde, después de que los argentinos teminaran el desayuno, Cruz Irvin Martínez apareció de pronto en la reverberación de la luz, como un energúmeno, y blandiendo el machete de la desgracia. “Salió corriendo de la nada como loco", le contó Macarena González a su madre, rememorando la pesadilla. Cruz Irvin Martínez se abalanzó sobre Benjamín, gritándole "a vos te mandaron, a vos te mandaron". Lo atacó por la espalda, y dejó caer el machete sobre la nunca y el rostro de Benjamín Gamond, hiriéndolo de muerte. Macarena y Santiago, horrorizados, intentaron impedir el ataque, pero era demasiado tarde, y también resultaron lesionados con la locura subrepticia de Cruz Irvin Martínez.Los lugareños, atónitos con el reguero de sangre, lograron reducir el ataque. Jamás se había visto semejante brutalidad en Chacahua, donde las autoridades afirman que los locales duermen con las puertas abiertas para conjurar las maldiciones del calor. El presidente comunal de Villa Tututepec, Jesuhandy Conde Gómez, insistió en que el atacante no tenía relación alguna con Chacahua, que Cruz Irvin Martínez padecía "problemas psicológicos", relacionados con la esquizofrenia o la epilepsia, y que antes del ataque había ingerido drogas.En su corta estadía en Chacahua, Cruz Irvin Martínez había intentado ser ayudante de albañil y mesero, pero sin éxito. Actualmente se encuentra detenido y la Fiscalía de Oaxaca está realizando los trámites correspondientes para que el delito de homicidio en grado de tentativa se reclasifique por homicidio calificado.Después del ataque, Benjamín quedó tendido sobre la playa, atendido por paramédicos locales en medio del horror que desordenó para siempre el mediodía en la playa. Las heridas eran profundas y críticas. Perdió masa encefálica, y a causa de la falta de sangre sufrió un choque hipovolémico, por lo que su corazón quedó pendiendo en el palpitar de la incertidumbre. Fue trasladado en avión al Hospital Central de la Ciudad de México, donde a pesar de todos los esfuerzos médicos falleció el lunes 15 de mayo. Su familia viajó desde Argentina con el apoyo del gobierno mexicano, que condenó el ataque cruel. Siguiendo la voluntad de Benjamín, la familia Gamond dictaminó que los órganos de su hijo serían donados a México, un país que quiso, en el que trabajó, y en el que pasó temporadas alegres. En el hospital lo despidieron en medio de aplausos de incredulidad, conmoción y tristeza. Dos días antes de la tragedia, el 9 de mayo del 2023, Benjamín Gamond subió una última publicación a su perfil de Instagram. No sospechaba que su destino ya estaba marcado: junto a las imágenes compartidas, dejó la frase profética "última". Se muestra sonriente, en alguna fiesta del Caribe mexicano, sin saber que, efectivamente, estaba viviendo las últimas tardes felices junto a sus amigos, y que no regresaría nunca del viaje añorado que llevaba planeando en sus sueños. FS