Se escucharon numerosas detonaciones y muy rápidas, tanto que los vecinos se asomaron porque pensaron que estaban quemando un castillo o tronando cuetes cuando en realidad eran varios criminales que acribillaron a balazos a diez personas que tomaban cerveza en una banqueta y a un menor que corrió para escapar hacia dentro de un domicilio en la colonia La Jauja, en Tonalá. “Pensamos que eran cuetes de los chiquillos y nos asomamos y vimos que estaban así (apuntando) y ¡tas, tas, tas, tas, tas!, como de película y les dije, ‘¡métanse para adentro!’ Y pasaron por afuera de la casa, pero no vimos las camionetas”, relató María, una de las vecinas.Eran las seis y media de la tarde cuando varios vecinos de la cuadra se reunieron en una banqueta sobre la calle Rucias Negras, entre Emiliano Zapata y 5 de Mayo, pues cada sábado acostumbraban hacerlo cuando llegaban de su trabajo como albañiles y herreros para beber cerveza. “Eran tranquilos”, afirmó un vecino. Apenas abrían las primeras latas cuando varios hombres armados que llegaron en una camioneta los encañonaron para fusilarlos con sus metralletas.Una joven que visitaba con su prima la finca junto a donde ocurrió la masacre también se asomó. “La muchacha de los duritos cuando vio bajó la cortina y un muchacho se metió corriendo, pero se murió dentro. A ella se le murió su suegro y su esposo ahí”.Los cuerpos estaban regados a lo largo de unos tres metros de banqueta, frente a un muro que quedó salpicado de rojo y perforado por las balas de los asesinos; otros cayeron hacia la calle de tierra donde el polvo se hizo lodo con su sangre. También asesinaron al cónyuge de la vecina de enfrente y lesionaron a su hijo. “Estaba debajo de la camioneta, tenía como 12 años, estaba llorando que ya se quería morir, le decía a su mamá, ‘¡por favor, por favor, ya no puedo!’, y su mamá le decía, ‘¡Sí, sí puedes, sí puedes!’”Por fortuna, la ambulancia llegó en pocos minutos para atenderle el disparo que recibió en un costado. También atendieron a una mujer.Quienes sí tardaron en llegar fueron las autoridades, pues mientras los paramédicos revisaron a todos los heridos y las mujeres fueron a comprar veladoras y prenderlas junto a los cuerpos, los policías no llegaban. “Yo nunca había mirado tantos muertos en mi vida. Cuando llegué con Itzel vi a un señor que le dieron en un pie que le quedó volteado y quedó con la boca abierta, y luego volteé para acá y vi tres o cuatro que estaban llorando que les ayudaran y luego abajo estaba otro que tenía ya los ojos bien blancos y la boca abierta, bien feo”, lamentó la joven.Después, el ulular de las patrullas inundó el sitio donde solo fue necesaria una ambulancia para trasladar a una mujer y un menor que también fueron heridos por los criminales, los cuales no fueron localizados.JM