Vestido de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Rafael Preciado, de 69 años, plasma su devoción a sus nietos de visitar cada año a la Virgen de Guadalupe en Guadalajara, un ritual que él realiza desde que tenía 12 años. La nostalgia le recuerda a su madre, María, quien lo llevaba de niño.Preciado acudió a la misa de las 10:00 horas de este domingo en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, ubicado en avenida Alcalde, en el Centro de Guadalajara, acompañado de sus tres nietos, todos con indumentaria de manta.Le fueron a pedir a la Virgen salud para su familia, y en particular de don Rafa, ya que desde que comenzó la pandemia por COVID-19 ha tenido problemas y dolencias con sus rodillas, por lo que ahora se apoya de un bastón.“En la pandemia las rodillas se me atrofiaron, de no hacer movimientos, estar acostado, sentado. Venimos a agradecerle y pedirle salud, también para todo el mundo paz y salud, poco a poco ya vamos mejor en cuanto a dolencias”, señaló.Por el confinamiento por el COVID en el año pasado, solamente pudo agradecerle a la morenita del Tepeyac desde afuera del atrio del santuario, hoy que se reencontró con la virgen María de Guadalupe lágrimas cubrieron sus ojos y agradeció seguir compartiendo cada momento con sus seres queridos.“De lejos (la visité), estaba cerrado en el 2020, de lejecitos estaba pidiendo. La alegría y la nostalgia del momento tan difícil que estamos viviendo, hasta se le salen las lágrimas a uno, de estar ahí frente a la virgencita, se parte el corazón de tanto tiempo sin poderla ver”.La visita no es solamente fe, también delicias culinarias de los alrededores, que siempre recuerda don Rafael y que añora, ahora compartiendo con su hijo, nuera y nietos.“Lo que recuerdo es de llegar con mi mamá, comer buñuelos, la comida, las tostadas de pata, convivir y pasar con la familia”, acotó.JM