Martes, 22 de Octubre 2024

Una ciudad refundada sin las mujeres

Por: Saraí Pando *

Una ciudad refundada sin las mujeres

Una ciudad refundada sin las mujeres

"Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino, retomada por Teresa de Lauretis en sus textos, narra la historia de una ciudad donde hombres de diversas nacionalidades tienen el mismo sueño: miran a una mujer corriendo por la noche en una ciudad desconocida. Sólo pueden verla de espaldas, y desnuda. Sueñan que la persiguen por toda la ciudad en un intento por alcanzarla, pero no lo logran, finalmente todos ellos se pierden y terminan solos, encontrándose entre sí. Al despertar, buscan la ciudad donde habían visto a la mujer. No hay rastros de ella ni de la ciudad, por lo cual deciden construir su propia ciudad tal como la habían visto en el sueño, pero añadiendo muros por si un día regresa no pueda escapárseles de nuevo. Todos y cada uno repiten el recorrido que habían hecho durante la ensoñación. Nunca la vuelven a encontrar, ni en sus sueños ni en vigilia. Y con la cotidianidad de la vida, van olvidando si esa mujer realmente existía, de manera que se queda sólo en sus cabezas como un sueño, como una imagen, una idea.

Lauretis utiliza esa historia para explicar lo que en la actualidad parece una realidad sobre la percepción de las mujeres en muchos espacios, donde no somos concebidas como personas sino como imágenes, sueños, recuerdos diluidos, idealización de una figura sin rostro, cuerpos desnudos, objetos de persecución.

Pareciera que esa distopía se desarrolló este martes en el Congreso de Jalisco, a puertas cerradas y con dos hombres resguardando el espacio para evitar la interrupción de tan emblemático y emergente encuentro. Un grupo selecto y con la legitimidad nimia, que les otorga su partido, conformado por 13 hombres 7 mujeres votan de manera apresurada y simulada el destino del Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM).

En palabras de Marcela Lagarde “la perspectiva de género tiene como uno de sus fines contribuir a la construcción subjetiva y social de una nueva configuración a partir de la resignificación de la historia, la sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y con las mujeres”. La manera en que la decisión del Congreso fue tomada se hizo sin las mujeres de la sociedad civil, y es ese el gran problema; pareciera que el nuevo Gobierno en vez de refundar la ciudad y resignificar la historia como apunta Lagarde, la (re)funde bajo los cimientos patriarcales de su administración.

El “madruguete”, inaugura el acto canalla del Congreso y quienes votaron a favor. Se esperaría que la toma de decisión sobre un organismo dedicado a las mujeres y encabezado por las mismas sería tomada por ellas. Cabe la posibilidad “absurda” de que, quizá, las mujeres tenemos la capacidad para decidir sobre el destino de un Instituto dedicado a nosotras.

Pensar en la eliminación del IJM atraviesa necesariamente el efecto discursivo de eliminar la palabra “mujeres”, en cualquier institución o secretaría cuyo objetivo es el trabajo para las mujeres conlleva per se una serie de consecuencias graves en cómo entendemos y representamos socialmente a las mujeres y sus derechos. Borrar la palabra desaparece a las mujeres de la agenda pública, como ciudadanas con realidades distintas y su lucha para ocupar los espacios en la ciudadanía. Pasar de ser IJM a la Secretaría de Igualdad Sustantiva subyuga a las mujeres a categorías de análisis y/o género cuando tenemos una identidad política, social y de agencia. El reconocimiento de nuestra existencia y de nuestros derechos como personas libres también pasa por el reconocimiento lingüístico y de la palabra.

Más allá de los debates legislativos o de los recursos económicos destinados a la secretaría o al IJM, que dicho sea de paso la diferencia monetaria es inverosímil, es indispensable el (re)pensar una decisión como ésta, la importancia de la escucha, la reflexión de quienes conocen, investigan y trabajan con y para las mujeres. Me refiero a los colectivos que han luchado por los derechos de ellas desde hace más de 18 años en Jalisco. No obstante, esto es imposible cuando se apresura una decisión como la tomada por el Congreso del Estado, donde al ignorar sus demandas se silencia a los colectivos feministas, activistas, académicas, estudiantes y ciudadanas.

El peso simbólico del asunto es de miedo. Algo importante es que si la (re)fundación es simplemente discursiva, está eliminando de la narrativa los pocos espacios de autonomía que habíamos conseguido las mujeres. Sin duda espacios a mejorar y a empujar, pero no a liquidar. Si por otra parte, la refundación es incluyente ¿por qué apresurar al Legislativo? Las prisas en política indican un camino indispuesto a cualquier diálogo, se asume el riesgo de olvidar algo o tirar cosas en el trayecto, en tanto el destino está claro.

Como feministas resulta preocupante las consecuencias de la toma de decisiones en el congreso estatal, y nos obliga a preguntarnos ¿dónde nos deja a las mujeres una decisión como esta? ¿qué mensaje está enviado la nueva oligarquía? Pareciera que como escribía Teresa de Lauretis, sobre los textos de Ítalo Calvino, hay una insistencia porque las mujeres en Jalisco, existamos sólo como una idea donde se toman decisiones por y para nosotras, pero sin nosotras. Si las decisiones siguen tomándose sin las mujeres, las ciudades se quedarán sin nosotras. La idea de Alfaro sobre la (re)fundación de Jalisco, se vuelve realidad sólo en términos de Calvino, quedará una ciudad fundada sin mujeres, donde ellos terminen solos encontrándose entre sí.

Ante esta decisión inapelable, debemos sentir y pensarnos nuevamente, que el pensamiento y el debate no sea sólo desde el análisis cognitivo, que seamos capaces de, en palabras de Cristina Rivera Garza, con-dolernos con las mujeres y las experiencias vividas. Una reflexión que traiga consigo los sentimientos de las mujeres, sentipensar la lucha por los derechos y la igualdad. Para que esa decisión sea un motivo de (re)conocernos nuevamente como aliadas en la lucha por los derechos de las mujeres, de (re)existir y resistir ante los cambios actuales. Pensar el feminismo como un territorio anfibio y fértil capaz del diálogo entre nosotras en todos los espacios, entre colectivos, asociaciones, para seguir luchando por los derechos de las mujeres y un espacio de igualdad.

*Saraí Pando es Doctorante en Estudios Feministas y de Género por la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta con una Maestría en Ciencias Sociales por la Universidad Pública de Navarra, España

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