El roedor más lento y regordete murió aplastado. Una retroexcavadora lo masticó y trituró hasta convertirlo en una masa mezclada con restos enmohecidos, comida descompuesta e hilachas húmedas que en algún momento fueron cobertores. Su muerte ocurrió entre toneladas de desechos con los que convivían 19 personas, en Guadalajara.La distraída rata chilló hasta que sus huesos crujieron y sus pulmones colapsaron, mientras cinco más salían de otra pila de desperdicios. Todas saltaron sobre los restos de su infortunada vecina y se perdieron en otra montaña de basura.Porque había decenas de ellas. En el predio de la esquina de Atmósfera y Paseo de la Arboleda, en la colonia Jardines del Bosque, las montañas de residuos eran tantas y tan altas que los vecinos y el personal de limpieza se medían con ellas. Y sí: más de uno quedaba superado.Una tras otra, las cucharadas de la excavadora hacían volar a decenas de ratas bien nutridas que fallaron en esconderse entre cuadros de bicicletas, tablones mohosos y sillones arruinados. “Son generaciones enteras”, apuntó Erik Tapia, el jefe de Gabinete del Ayuntamiento de Guadalajara, mientras hacía el último corte de basura retirada del lugar: 700 toneladas.Durante años, los vecinos reportaron que había un problema grave en esa esquina. “Era un ‘picadero’”, afirmó uno. “Allí metían a niñas para prostituirlas”.El DIF ya sabía algo de eso, pues antes de que la Policía escoltara maquinaria pesada a la entrada, los trabajadores sociales habían confirmado que sí era un espacio en el que se consumían drogas. Era, además, un espacio abandonado —aunque en pleito legal— que al menos 19 personas se apropiaron y convirtieron en vivienda multifamiliar.“No encontramos menores”, aclaró Tapia. Ni en las visitas previas ni durante el operativo con la Policía, el Gobierno municipal halló evidencia de que, como aseguraron los vecinos, se cometiera explotación sexual.Eso sí: Hallaron indigencia, hacinamiento, alta marginación y un delicado foco de infección. Hasta este martes, la esquina era un espacio perfecto para la proliferación de nuevas enfermedades.¿Nuevas enfermedades? Imposible. No en Guadalajara. No en plena pandemia.Para entrar y limpiar, el Ayuntamiento debía contar con una orden judicial. No la había. Pero los riesgos durante la alerta sanitaria por COVID-19 fueron base y cimiento del área Jurídica para facilitarse el permiso.La intervención tuvo otros obstáculos. El lunes, por ejemplo, una mujer notablemente alterada insultó y gritó a la autoridad que se fuera. Enseguida, un grupo de hombres se acercó, pero su intento de imponerse se detuvo enseguida al ver patrullas.“Nunca, en 10 años como funcionario, encontré un lugar así”, recordó Erik Tapia, quien entre 2012 y 2015 colaboró en la administración de Ismael del Toro en Tlajomulco.Nunca, en sus recorridos por la periferia metropolitana, dio con la descomposición que halló en la capital, en el predio del cual “rescataron” a 11 habitantes, y en donde hasta el lunes había “cuartos de lujo” hechos con restos de tinacos, que ya destruidos y en su viaje rumbo al vertedero, han dado un cierre, al menos momentáneo, al cuento de plagas que se construyó en Jardines del Bosque durante los últimos cinco años.