"Martín", como prefirió ser llamado por miedo ser reconocido y ubicado por los criminales, es uno de los alrededor de 50 maestros y maestras de la Zona Norte de Jalisco que todos los días temen por su seguridad y la de sus alumnos, pues aseguran que el crimen organizado, las balaceras y los retenes en carreteras han tomado el control.Martín cuenta que en la región, hasta antes del pasado periodo vacacional, había poco más de 800 alumnas y alumnos, pero alrededor de 60 no pudieron regresar debido a que los criminales en las carreteras no permitieron su retorno."Javier", quien tampoco se llama así, pero prefirió ocultar su nombre ante posibles represalias, es otro maestro de una región cercana de la Zona Norte, quien contó que en su caso eran alrededor de 960 las y los alumnos que asistían a clases, pero por los mismos motivos un 15% ya no pudo regresar.Ambos maestros Wirraritari explicaron que lo anterior se debió a que en "vacaciones de verano" muchos de los menores se fueron con sus padres a Zacatecas a trabajar en la siembra, pero al regresar los criminales ya se habían expandido por diversos puntos carreteros, tanto en el Estado vecino como en Jalisco, por lo cual los padres y madres de familia, temerosos a que algo pudiera pasarles, prefirieron ya volver a sus comunidades por tal de no enfrentase con ellos."Ellos quieren asistir, pero los niños ya no pueden regresar por miedo a que les pase algo en algún retén, que les disparen en alguna balacera. Les hemos pedido ayuda a las autoridades del Estado y al gobierno federal, pero como siempre lo han hecho, solamente un ratito y luego lo retiran. Si así iniciamos ahora con los niños, imagínense cómo vamos a terminar el ciclo escolar. Esos niños ahorita ya no los contamos dentro de la matrícula, y es muy lamentable pensar que esos niños se van a quedar sin educación", contó Martín.Los maestros señalaron que incluso para ellos el asistir a sus escuelas es muy peligroso, pues los criminales en los retenes les revisan sus pertenencias e incluso, lo que tienen en sus teléfonos, cuentan con sus datos personales obtenidos de sus identificaciones e incluso saben dónde viven y en qué escuelas laboran, lo cual les llena de miedo, pero no los priva de seguir acudiendo día a día a impartir sus clases."Yo paso por hasta tres estados para ir a dar mis clases, entre ellos Zacatecas. La parte donde se ubican los carteles es en los cruceros y eso hace muy difíciles los traslados. Tiene uno que estar sacando las identificaciones y hasta nos piden los celulares. Ya nos tienen bien identificados a cada uno de nosotros", señaló Martín.Al respecto de este tipo de incidentes, el secretario de Educación de Jalisco, Juan Carlos Flores Miramontes, aseguró que se cuenta con "una muy buena coordinación con todas las instancias de seguridad" y que, cada que surge un nuevo reporte al respecto de algún incidente de seguridad, este es reportado de inmediato a las autoridades para que sea atendido a la brevedad.Los criminales tienen tan ubicados a las y los maestros, que incluso hay ocasiones en las cuales "les hacen llegar mensajes para avisarles que van a intervenir", por ejemplo, que habrá una balacera en tal o cual carretera a fin de que no salgan de sus casas o no transiten por ciertos caminos."A veces tenemos juntas de direcciones de trabajo y ya no podemos pasar pues, todo por el control de las plazas", lamentaron.Para el maestro Martín, el hecho de que los criminales hayan tomado el control de la zona no se debe solo a que las comunidades de la región estén en el olvido de las autoridades, sino que además se aprovechan de sus necesidades, pues incluso han ocasionado que mismos pobladores se sumen a sus filas."Los agarran desde los 12-14 años. ¿Por qué se suman a un cártel? Porque otro cartel ya los ha dañado, porque se metió con ellos, ya los dañó, les robó. La cosa está muy difícil allá, y aunque muchos luego se quieren salir, ya no los dejan, porque si desertan luego los buscan", explicó.El maestro Javier contó cómo es que la situación incluso se ha normalizado interviniendo en la vida diaria de las comunidades indígenas, pues saben que los criminales incluso montaron una "pista de aterrizaje" en el predio de uno de sus compañeros wixárikas, donde los delincuentes descienden cuando así lo desean para hacer el trasiego de armas y los niños "solo deben correr a esconderse".Ambos contaron que el domingo pasado, tras la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador, le pidieron que les ayudara a reforzar la seguridad con presencia militar, a lo cual el Mandatario federal les aseguró que mandaría más seguridad para la población indígena, y aunque ayer y antier vieron presencia militar en el punto donde habitualmente se sitúan los criminales, ellos no se habían ido del todo."Sí prometió que iba a instalar la Guardia Nacional o a la Sedena en la zona, y sí, pasamos por ahí y ya estaban, pero de ahí como a cinco kilómetros ya vi que estaban ahí (los criminales), que se habían recorrido, aunque ya no detuvieron a nadie para sus revisiones", lamentó Martín.Para ellos, la solución está en que la Federación instaure bases en sus comunidades para mantener a los cárteles alejados a fin de llevar sus actividades cotidianas con normalidad, pues cuando los operativos son momentáneos, los criminales siempre regresan a hacer de las suyas. "Eso es lo único que creemos que garantizaría que se pueda retomar el control", señalaron.