En enero de este año, Luis Felipe Rivera, policía motorizado de la Comisaría de Guadalajara, pesaba 102 kilos.“Empecé a subir por falta de disciplina, porque es más fácil estar comiendo chucherías en la calle que llevar un régimen. Yo ya me cansaba de todo, tenía dolores en las rodillas y malestares estomacales, por eso decidí cambiar. Lo más que llegué a pesar fueron 115 kilos”, contó.De acuerdo con la Policía tapatía, de una muestra de 977 elementos, 798 (81%) presentaron este tipo de problemas. En Zapopan evaluaron a 450 y 109 (24%) tuvieron esta condición. En Tonalá la problemática está en 40% de los uniformados y en Tlajomulco en 10 por ciento.Para combatir esta situación, la Policía de Guadalajara estableció una rutina de 20 minutos que incluye actividades aeróbicas y de calentamiento.La Policía de Tlajomulco cuenta con un especialista en nutrición que les ayuda a preparar los alimentos que se proporcionan a los oficiales. El comisario Carlos Burguete explicó que también se ofrecen ascensos para aquellos que logren mejorar su estado.En Tonalá se impulsan programas de desarrollo organizacional y social en los que especialistas brindan atención personalizada a los policías.En tanto, en Zapopan, el comisario Roberto Alarcón señaló que existen unidades especiales que llevan a cabo ejercicios cotidianos por el tipo de trabajo que desempeñan, pero aceptó que no cuentan con un plan para que los uniformados realicen estas rutinas.