Antes de la manifestación policías sin uniforme, sólo con chalecos, ya se preparaban con bates y palos.Unos minutos después, un grupo de ellos intentó tomar a gente de la concentración para llevársela y comenzaron las historias.Una chica relató cómo se subían a los camiones a bajar a quienes se iban a manifestar. A algunos se los llevaron. Luego, las organizadoras detallaron que a quienes se les unirían no los dejaban llegar. Después, al menos ocho personas estaban desaparecidas.“Mientras a mi compañera la golpeaban vimos cómo se llevaban a uno arrastrando”, señaló otra de las asistentes.Inés fue una de las detenidas, junto con su hermana menor, Isabel, y su pareja Víctor.Iba caminando por la Calle 14, casi esquina en la 1 en la Zona Industrial -inmediaciones de Fiscalía del Estado- hacia la manifestación. Pero, de una camioneta sin balizaje, se bajaron dos sujetos vestidos de civiles y, sin mediar, les arrebataron cartulinas para la concentración y empezaron a golpear a Víctor.“Pregunté cuál era el motivo de su detención y ellos no hablaban, se fueron directo a los golpes. Nos quitaron lo que traíamos. Alcance a hacer una llamada a mi papá y le dije lo que estaba pasando”, compartió en un video.Los elementos no paraban de dar toletazos a Victor mientras Inés se ponía en medio. Entre forcejeos y refuerzos de una decena más de policías municipales, los metieron a la patrulla mientras las agresiones seguían a los tres.Llegaron a Fiscalía, según les dijeron, y les gritaron “van a la jaula”. En esa especie de jaula de metal ya tenían a otras 30 personas detenidas y en otras jaulas a más: los detenían con la excusa de buscar a quien incendió al elemento policiaco en la manifestación del jueves.“Llegó el jefe de la policía y nos dijo 'ya cabrones, ya se van a ir, ya no la hagan de pedo, lo que no queremos es volverlos a ver aquí nunca, y si los volvemos a ver por aquí, así les va a ir' ”, relató.Acto seguido, los sacaron de las jaulas y separaron a las mujeres de los hombres en camionetas, siempre con la cabeza agachada. Isabel alcanzó a ver que la camioneta en la que las subieron era disfrazada, con una calcomanía de panadería.Eran entre 10 y 12 chicas. Dos mujeres y dos hombres las custodiaban. Les pidieron que bajaran la cabeza y si dijeron que si volteaban las golpearían.“Todo el tiempo nos decían cosas como 'están muy bonitas', 'eso les pasa por revoltosas', 'qué están haciendo aquí', 'consíganse un marido', 'váyanse a tener una buena vida', 'por qué están tan enojadas si nosotros las cuidamos' ”.Al final de darles varias vueltas para que perdieran noción de dónde estaban, las soltaron de dos en dos en diferentes lugares, lo más lejanos posibles.A Inés la llevaron hasta Toluquilla, a Isabel al Cerro del Cuatro y a Víctor a Las Pintas y, como pudieron, regresaron a sus casas. Ahora son intimidados y amenazados: “queremos que se responda por nuestra integridad”, exigieron.A algunas personas simplemente las detuvieron por estar cerca. Una de ellas iba a su trabajo, y algunas no sabían de la manifestación ni por qué las arrestaban.Como Erik, quien caminaba con otros de sus amigos cuando escucharon pasos fuertes detrás de ellos.“Mano en el cuello, golpe en la rodilla y de repente el suelo se sentía más. Tenía una bota en el cuello, una en el antebrazo y una rodilla en la espalda”, compartió. “Al ver una cámara, uno de ellos dijo 'trucha que están tomando fotos', nos ayudaron a levantarnos e intentaron parecer amables”, dijo.Los llevaron en camionetas, pero al ver que las cámaras no se iban los dejaron.A punto de enviar un tuit con lo que pasaba a su alrededor fue cuando detuvieron a Renato. Caminaba de la Estación Urdaneta del Tren Ligero hacia la concentración por la Calle 5, faltando unos 15 minutos a las seis de la tarde.En la avenida 8 de Julio, dos camionetas sin placas que estaban estacionadas en la gasolinera arrancaron rumbo al norte; a bordo iban hombres que portaban armas de fuego y palos.Renato siguió caminando al ver que la amenaza había pasado, y mientras escribía en Twitter lo sucedido por precaución, a media cuadra había policías antimotines resguardando la calle unos metros metidos y sin ruido, por lo que no los pudo observar desde antes.“Se me acercó un sujeto y me preguntó a dónde iba. Yo le dije la verdad: a la concentración. Me revisó la mochila y cuando terminó dijo 'métanlo' ”, indicó.Un policía lo sometió y lo esposó. Una chica se acercó y le pidió la contraseña del celular, la obtuvo y cuando lo desbloqueó vio el tuit que no mandó: “lo leyó y reaccionó agresiva para decir 'va pa’ adentro'. Estaba solo y un policía amenazó con darme un palazo”.Como a Inés, Isabel y Víctor, también lo llevaron a Fiscalía por la Calle 12, pero a él, junto con más detenidos, los pusieron mirando a la pared, de pie. Más detenidos seguían llegando.Les tomaron datos, fotos y les quitaron sus celulares. Estuvieron cerca de una hora y alguien entró y les dijo que ya los iban a dejar ir.Los sacaron de a pocos, agachados, y los subieron a una camioneta blanca amontonados en la parte de atrás, casi no podía respirar y arrancaron.Con la incertidumbre de si terminarían en fosas pasaron por caminos de terracería y fueron bajando como salieron: de a pocos. Cuando le tocó a Renato les dijeron que tenían 10 segundos para correr. Corrió en la cuenta regresiva y de reojo vio a tres camionetas y gente armada.“Nadie sabía dónde estábamos. Caminamos y vimos el Cerro del Cuatro. Nunca había visto tan cerca esas antenas. Llegamos a Periférico y entre 15 y 20 personas nos dispersamos”. Luego de ello, tomó un camión al Tren Ligero pero al ver que no avanzaba tomó un taxi hacia la FE, aunque por los bloqueos de los manifestantes tuvo que volver a tomar el tren.Llegó a su casa pasadas las nueve de la noche, y a salvo, aunque ahí dentro su familia estaba buscando a quien les diera alguna señal de dónde estaba.JM