Cada 12 de diciembre, desde el 2001, Juan Manuel Becerra, de 62 años, asiste al Santuario de la Virgen de Guadalupe en la calle Alcalde sin faltar un solo año.Viste como su tocayo y quien lo inspiró: Juan Diego, quien también viste traje de manta, huaraches y morral.“En una ocasión yo le dije a Dios: “ayúdame a dejar de beber (alcohol) y mi vida va a cambiar”, y en seguida, como agradecimiento y para pagarle a Dios, me nació venir”, cuenta con lágrimas en los ojos.Fue boxeador y desde hace 19 años, tuvo problemas de alcoholismo. Ingreso a muchos grupos de ayuda, pero ninguno le sirvió.“Antes venía cuando podía pero desde que dejé de tomar asisto cada año”, resalta.Este año, hasta las 12 del día, habían asistido 122 mil 724 personas según Protección Civil y Bomberos de Guadalajara, entre ellas Genoveva Paredes quien va cada año desde los 16, vestida con ropa de manta tradicional. Hoy tiene 62 años.“Siempre le pido por mi familia, por todas las personas, por la paz del mundo, porque todos vivamos bien y que no haya tantos problemas en el mundo”, explica.Año con año a Genoveva la acompaña toda su familia, desde su hijo mayor hasta la nieta menor, que tiene dos años.“Tenemos mucha fe por la Virgen. Venimos por nuestra devoción”.Además, como a Juan Manuel, Héctor también viste un traje de manta y huaraches para representar a Juan Diego. Pero el suyo es más pequeño, pues apenas tiene un año y medio: este es su segundo año.Hace dos años su mamá Alejandra, de 36 años, ofreció como “manda” a la Virgen asistir con su hijo cada año hasta sus seis años, si todo salía bien.Héctor, un niño de piel clara y rizos cafés, nació de siete meses y estuvo internado 22 días, pues sus pulmones no se desarrollaron bien.“Yo venía desde antes. Mi mamá también me vestía cuando chica y ahora traigo a mi hijo para agradecer”, expresa.NM