En la víspera de concluir su tarea como diputada, la morenista María Padilla Romo reflexiona sobre el impacto de la Cuarta Transformación en la vida de los habitantes de Guadalajara, un impacto que abre las puertas a una nueva forma de abordar la política. Desde la Casa del Pueblo, el Congreso del Estado de Jalisco en el corazón de Guadalajara, María, la de Morena, como la conocen en los pasillos del recinto, ha apoyado las causas más sensibles de los tapatíos.Lo cierto es que el camino no es sencillo y requiere entrega, pasión y una convicción de servicio a toda regla. Reconoce que ser oposición de un gobierno local tan autoritario como lo es el naranja ha requerido del acopio de mucha valentía, pero también está consciente de que tiene que estar a la altura de la confianza de millones de personas que depositan su esperanza en el cambio histórico que representa actualmente la Cuarta Transformación. Una mujer de convicciones clarasSabe que la lucha por un cambio de fondo es un camino largo, que se debe recorrer con resistencia, paciencia, prudencia y congruencia. Durante este recorrido, comenta María, que su única brújula para no perderse es y siempre será el pueblo, ya que tiene muy claro que debe regirse siempre bajo el principio de mandar obedeciendo.Bajo este principio ha desarrollado sus labores en el Congreso, desde exhortos a las autoridades locales para que hagan su trabajo hasta iniciativas que buscan proteger y transparentar el gasto del dinero de la gente. Tiene en su haber más de 100 iniciativas presentadas, algunas que lograron ser aprobadas y otras que por intereses mezquinos del gobierno en turno fueron desechadas o incluso congeladas. Recuerda con gran cariño los escuchatorios que tuvo el honor y dicha de organizar, llamados “Escucha Jalisco”, donde pudo recoger el sentir de diversas asociaciones civiles, sociedad y colectivas. Anota que la ciudadanía espera que de las intenciones planteadas se pasen a resultados tangibles en su bienestar.Personas que ante la ausencia de un estado de derecho local tuvieron que organizarse para luchar por sus derechos, para luchar por su dignidad como personas. Es ahí donde pudo constatar que la ciudad está despierta, está viva y está luchando por transformar su realidad todos los días.La responsabilidad de crear y modificar leyes para beneficio de la gente es una labor muy humana, pero María ha entendido que una parte importante de la lucha es lograr que esas leyes no se queden en letra muerta, es impulsar acciones que permitan acercar al gobierno con la gente, romper con unas de las mayores mentiras que ha logrado impulsar el viejo régimen, la idea de que los asuntos de los gobiernos son solo para unas cuantas personas y que todas las personas que están en la política son corruptas.Para esto, María tiene la aspiración de poder ayudar a concretar el despertar de Guadalajara desde el ejecutivo, poder dirigir los esfuerzos históricos de miles de personas que durante años han luchado para tener una sociedad justa, pacífica, humana y menos desigual. Se ha preparado para esto y tiene muy claro que en Morena el pueblo pone y el pueblo quita, así que espera con mucha esperanza los resultados de las encuestas. En los ojos de María, la de Morena, se refleja la esperanza de una Guadalajara despierta.