Para pasar de un punto a otro en la zona de los Arcos del Milenio, Diego, quien trabaja en un puesto de mariscos cercano a la glorieta, tarda entre cinco y 10 minutos. Primero cruza a un camellón con palmas en medio de la calle. Luego espera a que los autos se detengan y corre hacia el paso a desnivel. Allí camina y sortea a los autos, llega a una pequeña banqueta y corre a la gasolinera. “Está peligroso porque sólo hay un pedacito de banqueta”, explica.Ignacio, por su parte, demoró siete minutos. “Es muy difícil cruzar porque no hay paso peatonal, no hay banquetas, sólo un pedazo y un camellón. Te la rifas para pasar aquí”.Hay quienes deben cruzar la zona todo el día, como José Armando, quien ayuda a barrer y traer mandados. Él de plano pasa corriendo, pues “no les importamos (a los automovilistas) y uno tiene que estarlos brincando y toreando. No hay cultura vial y no hay puentes por ningún lado”.