Las Fiestas de Octubre son una de las celebraciones grandes de Guadalajara. Año con año, miles y miles de tapatíos recorren la ciudad hacia el norte del otro lado del Periférico, y se adentran a los festejos multitudinarios, las atracciones de feria al atardecer, la algarabía de los puestos de comida, y los arrabaleros felices del Palenque y el auditorio cuyos cánticos al unísono suenan como temblor de tierra. Cuando las Fiestas de Octubre dieron inicio, eran muy distintas a como lo son hoy en día. Su inauguración fue en octubre de 1965, siendo su primera sede en el Parque Agua Azul. En su momento fueron todo un acontecimiento para una Guadalajara que apenas despuntaba con todas las esperanzas puestas en el horizonte; estaban enfocadas en un público más infantil, con actividades y juegos recreativos, tenían como núcleo a la familia, y contaban con la presencia de los gobernadores del pasado.Las Fiestas de Octubre se celebraban entre los árboles, los pastos y los estanques del Agua Azul, en lo que entonces todavía era considerado un bosque urbano, muchas décadas antes de que lo que una vez fueron manantiales fuesen devorados por la mancha urbana. Desde un principio, las Fiestas de Octubre fascinaron a los tapatíos, y resultó a su vez una atracción turística, lo que terminó por consolidarla y volverla tradición anual. Por una breve época las Fiestas tuvieron como sede el barrio de El Santuario, hasta que regresaron de nuevo al Agua Azul, y fue hasta 1984 que se quedaron en lo que hoy sigue siendo su sede actual: el Auditorio Benito Juárez en Zapopan, al norte de Guadalajara, y al otro lado del Periférico.Los conciertos en la Concha Acústica pronto quedaron minimizados ante el aforo que permitían lugares más grandes como el auditorio Benito Juárez, al grado en el que, en la edición de 1992, llegó un grupo internacional a Guadalajara: Iron Maiden, que brindó un concierto inolvidable para cientos de fanáticos incrédulos, que todavía no conciben que algo semejante haya ocurrido en las décadas de Guadalajara. De ser una simple celebración anual, las Fiestas se convirtieron gradualmente en un evento masivo, con temáticas distintas año tras año, y artistas de renombre y a veces repetitivos que abarrotan el Palenque y el auditorio, juegos de feria, montañas rusas, ruedas de la fortuna gigantescas y casas del terror, atracciones para niños, adultos y toda clase de desorientados al ocaso, un lugar donde caben todos y donde a veces ya no cabe nadie, con tarifas de estacionamiento exorbitadas y precios injustos pero corazones contentos y recuerdos felices, y que inició un octubre de hace más de medio siglo entre los árboles, los estanques, y los jardines mansos del manantial que en algún momento de nuestra historia fue el Agua Azul. FS