Hace un mes, la casa de Juan Manuel, en la colonia Ojo de Agua, se inundó. El agua llegó a metro y medio de altura y todos sus muebles quedaron bajo el agua. Entonces, el Gobierno de Tlaquepaque les dio apoyo para menaje con lo que pudo comprarse un nuevo refrigerador. Esta mañana lo perdió de nuevo.“Cuando yo me fui (a las cinco de la mañana) no había nada, el agua todavía no llegaba ni al batiente, pensé que no pasaría más, pero después me fueron avisar a mi puesto de trabajo que ya se había inundado. Lo que se mojó ya no lo puedo rescatar, ni modo que me eche el refrigerador, que compré con la ayuda pasada, al hombro, lo único que hice fue rescatar el colchón que tiene una semana que lo compré”, compartió.Aunque, dijo, a diferencia de la primera inundación el agua le permitió rescatar algunos muebles que acababa de comprar para la casa en la que vive con su esposa y sus dos niños desde hace 14 años. Pero esta vez, pretende cambiarse de casa.“Nunca se había inundado tanto y, la vez pasada fue peor, de madrugada, eran como las dos de la mañana cuando desperté y había agua. Nunca pensé que volvería a suceder. Vamos a ver si conseguimos otro lugar en renta fuera de esta colonia”, lamentó.No es el único que piensa en cambiar de domicilio. Diana y María Guillermina también quieren hacerlo, pero les es más difícil pues su casa es propia.“¿Quién nos va a querer comprar si saben que aquí se inunda? Si pudiera, lo vendería para comprar en otro lado. Tengo 25 años aquí y nunca había pasado esto. Antes entraba muy poquito, pero el mes pasado parecía cascada”, expresó Diana.Ella y su familia usaron el dinero que le dieron del Ayuntamiento para comprar repisas, pero otra vez se llenó de agua, mientras que, con hasta tres bloques de cemento, alcanzaron a subir las camas para evitar que los colchones se mojaran.“¿De qué sirve que nos estén dando dinero?, que nos den solución de la calle, de la presa”, exigió.Mientras que en la casa de María Guillermina, donde ya tenían una hora sacando el agua con cubetas, llegó a 30 centímetros y, aunque alcanzaron a subir algunos muebles, otros, que acababa de comprar, se echaron a perder.“Hemos pensado en vender, ¿pero aquí quién nos va comprar? Si cada año estará pasando lo mismo. Tengo 30 años aquí y nunca se había inundado así, cada año es más. Es difícil que alguien quiera comprar”, clamó.Mientras tanto, las calles permanecen con agua que llega a las rodillas y los niños ayudan a recoger la basura que flota.Si te interesó esta noticia y quieres saber más, entonces descarga y descubre INFORMAPlus, la aplicación digital de EL INFORMADOR, en donde tenemos contenidos exclusivos, seleccionados por nuestros editores, para darles una experiencia más completa a los lectores. Si eres suscriptor de EL INFORMADOR tu acceso está incluido, solicítalo al 33 3678-7777.Descarga la aplicación y pruébala GRATIS por treinta días.Para iOS: https://apple.co/35jaVgbPara Android: https://bit.ly/3gwVSEVJM