La primera sentencia de muerte fue la de las videocaseteras, pero sobrevivieron. Luego llegó la televisión por cable y lograron salir vivos. También llegaron los reproductores de DVD y se mantuvieron. Aparecieron las computadoras con internet y se conservaron, pero con la embestida de modernos dispositivos móviles, como celulares y tabletas, el fin de las salas de cine para adultos o pornográfico está cada vez más cerca. En el Centro Histórico de Guadalajara, así como en la zona de San Juan de Dios, existieron distintas salas de cine porno que en sus últimos días de trabajo ofrecían una cartelera con películas XXX.Quizá el espacio más emblemático de este tipo de negocios fue el Cine Greta Garbo, que en sus inicios era foro para el cine de arte y producciones que no entraban en la cartelera comercial. Pero esa propuesta no se mantuvo y en sus últimos años de operaciones se dedicó a la proyección de material para adultos de “amplio criterio”. Después de varios derrumbes en su estructura, ese cine cerró y hoy el amplio edificio es una torre de departamentos. Actualmente, en el Centro Histórico se pueden contar tres salas que todavía operan con el mismo concepto: Cine Corona, Cine del Centro y la Sala París. Todas con marquesinas discretas y poca promoción invitan a los transeúntes a darse una escapada a lo “prohibido” y vivir nuevas experiencias. “Esta sala tiene más de 30 años de operación. Desde que empezó a funcionar su giro fue el de cine porno. Tiene su permiso municipal, su operación es legal y está regulada por el ayuntamiento”, señala uno de los empleados del Cine Corona que prefiere mantener su anonimato. Explica que el acceso a la pornografía es tan sencillo en la actualidad que basta con tener un teléfono celular para ver cualquier cosa.Recuerda que antes había más afluencia a este tipo de cine. “Aquí ya no hay nuevos clientes, todos los que vienen son usuarios desde hace años, a las nuevas generaciones parece no interesarles este entretenimiento. Este tipo de negocios ya no son redituables, a este cine ya le quedan pocas semanas de vida si sigue la misma tendencia”. El Cine Morelos se ubica en la calle de Zaragoza, entre las calles de Independencia y Juan Manuel, abre todos los días de 10:00 a 21:00 horas. El costo de la entrada es de 35 pesos, el proyector es digital y cada semana cambian la programación. Otra sala que está en pleno Centro Histórico es el Cine del Centro, que se ubica por la calle de Morelos, entre Galeana y Colón. En su marquesina promocionan cine erótico de corte gay, además de invitar a los usuarios a acumular cuatro boletos para obtener dos entradas gratuitas. En este espacio anteriormente se proyectaban películas familiares de cartelera comercial. Ubicada por la Avenida Juárez, la Sala París también se especializa en cine para adultos, pero a diferencia de los otros dos establecimientos, en este se ve más “vida” en su mezanine, cuenta con carteles de películas, horarios y promociones. “Entra y conoce nuestra sala de parejas, 50 pesos por persona, 100% incluyente. Permanencia voluntaria”, se lee en un letrero promocional al ingreso a la sala. También señala que su horario es de 11:30 a 22:30 horas, el costo general es de 40 pesos por persona. La psicóloga Luisa Márquez señala que en una sociedad conservadora como la tapatía la existencia de estos espacios es una válvula de escape para muchas personas, “Se necesita un lugar donde expresar las necesidades sexuales de la población, además que es un servicio que no tiene un costo muy alto”. También indica que los hábitos de consumo cambiaron en cuanto a su forma de conseguir el material, pero lo que no se modifica es el interés por ver estos contenidos.“Los cines persisten por el hecho de que a muchas personas la tecnología los rebasó y es la única forma de tener acceso a esos materiales. A esto se le suma el factor económico, pues es más barato ir a una sala que tener un dispositivo móvil, contratar internet, pantalla, DVD y otros aparatos donde se pude reproducir una película en casa”. Para finalizar Luisa Márquez, indica que con el cierre y la poca oferta de salas de cine erótico, algunos sectores de la población van a tener restricciones para expresar su sexualidad. “Para los adultos que no tienen acceso a la tecnología y para quien no tenga la capacidad económica de comprar un teléfono les puede ocasionar algún tipo de problema psicológico. Esto se ve reflejado en una sociedad insatisfecha y mal humorada”.