Sobre la calle Miguel Blanco, en la finca marcada con el número 945, hay un local atiborrado de máquinas de escribir.Éstas se observan en un aparador. En el interior del inmueble hay modelos viejos y otros no tanto; destacan algunos de color verde, azul y gris que rodean a Héctor Manuel García Abarca, quien antes de dedicarse de lleno a su oficio como Técnico Especializado en Equipos de Oficina, fue boxeador y futbolista.Comparte que a los 13 años ingresó en un taller para aprender a arreglar estos aparatos, pero también faxes y calculadoras.Sin embargo, la automatización y la tecnología hicieron que a sus 81 años se sienta rebasado y ya piense en bajar para siempre las cortinas de su establecimiento, ubicado en el Centro de Guadalajara.“Estoy a punto de cerrar porque ya no es negocio. Antes tenía siete trabajadores y una secretaria, pero ya se fue acabando y me quedé completamente solo”, agrega el hombre.Héctor dice que ya piensa en vender los artículos a un bazar o a un coleccionista, pues también pueden servir como adornos.