Martes, 26 de Noviembre 2024

Educación híbrida, de frente a nuevos desafíos

El camino de la formación en los alumnos no se detiene a pesar de la pandemia, pero ¿qué tanto ha cambiado el modelo educativo?

Por: Norma Gutiérrez

La realidad de la educación virtual en la actualidad va más allá de resolver cosas básicas y enfrenta el reto de ofrecer una educación integral, que se ve complementada en las aulas. EL INFORMADOR/L. Martínez

La realidad de la educación virtual en la actualidad va más allá de resolver cosas básicas y enfrenta el reto de ofrecer una educación integral, que se ve complementada en las aulas. EL INFORMADOR/L. Martínez

Hablar de la nueva normalidad es referirse a cómo las actividades cotidianas tuvieron que adaptarse a una nueva dinámica tras el inicio de la pandemia de COVID-19, de cómo las herramientas tecnológicas se integraron por completo a los deberes presenciales y cómo ambos factores han presentado desafíos en cada aspecto de la vida.

La educación fue uno de los sectores que rápidamente tuvo que establecer rutas para dar continuidad a la formación, teniendo como principal desafío la ausencia física de alumnos y docentes de las aulas, quienes en cuestión de semanas migraron a la modalidad virtual tratando de resolver las clases mediante plataformas, en su mayoría, no exploradas como las videollamadas por Zoom, salas de conversión a través de redes sociales como Facebook y hasta en chats en servicios de comunicación personal como WhatsApp.

La maestra Mónica Camargo Martínez, jefa de la Academia de Didáctica en la Escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana, campus Guadalajara, explica que si bien ya desde hace años existían modelos virtuales y a distancia para facilitar el acceso a la educación desde el nivel secundaria hasta la universidad y sus posgrados, por ejemplo, éstos solían enfocarse en resolver necesidades básicas permitiendo que los alumnos combinaran su tiempo escolar con lo laboral, situaciones personales y así como la falta de infraestructura, escuelas y equipo docente, sin embargo, aunque el regreso físico a las aulas ha sido escalonado y reactivado casi por completo, todo indica que lo virtual y lo presencial ya será una dinámica que llegó para quedarse y con desafíos por mejorar.

“Esto va implicando retos, desde la planeación de tu clase, que los tiempos puedan rendir para llegar a los mismos estudiantes, a los que tienes en presencial y los que no, respetando sus estilos de aprendizaje. Hay variables que no cambiaron, que se volvieron más desafiantes en estas circunstancias, porque hay estudiantes que aprenden mejor estando en el salón de clases, pero quizá ahora sus condiciones de salud o de familiares no les permite regresar al aula, se tienen que mantener en línea, lo que genera nuevos desafíos interesante a ellos, al profesorado, a los equipos psicopedagógicos que van dando seguimiento”.

Al igual que lo presencial, que en educación implica, entre muchas prioridades, recursos para crear escuelas y brindar equipamiento para alumnos y profesores, la modalidad virtual no está exenta de necesitar una infraestructura al mismo nivel de inversión para mejorar las plataformas digitales y la vanguardia en los dispositivos para interactuar entre estudiantes y docentes, por ejemplo, pero todo este equipamiento no se aprovechará al máximo si desde la raíz el contenido ofertado no está adaptado a cada clase, nivel educativo, formas de enseñanza y principalmente en la dinámica en la que el alumno tiene mayor apertura y facilidad para su proceso de aprendizaje.

“Lo que tiene que seguir estando al centro en todo es el aprendizaje, no tanto la tecnología o el equipo de cómputo, sino lo que nos hace encontrarnos con todos estos recursos que es el aprendizaje. El buen aprendizaje, no solo en términos de contenidos, porque según los contenidos es lo que te funcione mejor en una clase virtual o híbrida”.

Una de las principales preocupaciones educativas tras la pandemia era el posible rezago que alumnos y maestros podrían presentar no solo en la calidad e impacto de las clases a través de videollamada, sino también en el ánimo del personal docente, estudiantes y hasta en las familias, que en un abrir y cerrar de ojos vieron cruzados diferentes ámbitos: cuidarse del COVID, cumplir deberes escolares y laborales, el confinamiento, ausencia de entretenimiento o convivencia familiar presencial constante y responsabilidades en la casa, todo desde un solo lugar: el hogar.

“Se han aumentado los niveles de ansiedad de los estudiantes, incluso en modelos híbridos, en donde algunos días van -presencialmente- y otros días no. Esta falta, quizá pueda ser del hábito constante, de tener tu rutina sostenida a lo largo del tiempo y tener que estarla rompiendo semanalmente merma en el desempeño y en el estado psicoafectivo de los estudiantes, pareciera como si no le pudieran dar un orden a toda su secuencia o agenda”.

Lograr un equilibrio y bienestar en las nuevas dinámicas, junto a la creación y fortalecimiento de contenidos más enfocados a las necesidades de cada nivel educativo, es el reto presente, además de que también está la prioridad de encontrar formas en que las clases o carreras con carácter práctico -como medicina, por ejemplo- puedan adaptarse en el futuro a la virtualidad o distancia con tecnologías más desarrollas.

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