El acoso sexual callejero no solo son silbidos o “piropos” no pedidos. El acoso sexual es una agresión a la mujer que la pone en situaciones de vulnerabilidad que afectan su estado de ánimo, sus emociones, y su rutina.Pueden ser desde gestos de connotación sexual, miradas lascivas, insistentes, seguimientos y hasta persecuciones que ocasionan que ellas teman salir a la calle.De acuerdo con la maestra en psicología de la salud, Giovana Cortés Campos, el acoso sexual callejero en sus distintas maneras puede ocasionar secuelas psicológicas que modifican las formas en las que se desenvuelven en la vida diaria, desde cambiar sus rutas habituales, su forma de vestir, e incluso, desacreditar su cuerpo.“Se experimenta una especie de estrés post traumático que tiene que ver con la normalización del acoso callejero. Se les hace sentir a las víctimas que es su culpa. Incluso internalizan estas cuestiones de que, por mostrar mi cuerpo o verme de cierta manera, me vuelvo acreedora a este tipo de abusos”, explicó la académica del Departamento de Psicología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).Lo anterior, señaló, impacta directamente en la autoestima de la mujer, pues en muchos casos las víctimas se vuelven inseguras de mostrar su cuerpo, llegando a desarrollar creencias sobre que, “por verse como se ven o tener el cuerpo que tienen”, se vuelven más vulnerables o suceptibles a recibir actos de acoso sexual, llegando incuso a rechazarse a sí mismas. “La gravedad del daño varía mucho en la frecuencia o el tipo de afrontamiento que tenga la persona, influye también la familia. No es lo mismo la mujer víctima que llega a casa y lo narra, y recibe esa protección o seguridad de hacerle entender que no es su culpa, a que llegue a casa y sea una familia machista donde la mamá o el papá le digan que ella sabe que no debe vestirse así o que debe evitar ciertos lugares para que no la acosen, eso es una revictimización”. Las acciones de acoso sexual, señaló la experta Giovana Cortéz, no son inofensivas y forman parte de un todo que es la violencia contra las mujeres, siendo solo uno de los muchos eslabones que constituyen este problema. “Para comenzar a generar un cambio primero los adultos tienen que reeducarse, por ello es bueno que se comience con leyes que sancionen el acoso sexual para que se den cuenta que es un delito, que no es algo que se toma a la ligera. “Debe haber apoyo de las instituciones, desde el Gobierno, y que desde estas estructuras se dé una visión diferente para que haya conciencia, se reeduquen y comprendan que no son halagos, que son faltas de respeto que no son válidas en ningún contexto y que las mujeres comprendan que no deben permitirla por ningún motivo”, expresó la maestra.Respecto de las acciones por parte de las autoridades para castigar y erradicar el acoso sexual callejero, la académica consideró que hace falta que se apliquen los reglamentos y leyes aprobadas, tanto por los municipios como por el Estado, con la seriedad debida y el acompañamiento a las víctimas, además de que se les dé continuidad con el paso de las administraciones, pues los programas temporales no garantizan la reeducación de los individuos.El Centro de Justicia para las Mujeres (CJM), a cargo de la Fiscalía del Estado de Jalisco, ha brindado mil 748 atenciones a mujeres que han sufrido violencia sexual desde el inicio de oparaciones en 2015.No obstante, de esa cifra sólo 125 aceptaron el apoyo psicológico y 271 interpusieron una denuncia formal.Se informó que a todas las usuarias que acuden a los Centros de Justicia para las Mujeres por acoso sexual "o cualquier otro delito", se les ofrece el servicio de atención psicológica, misma que consta de 12 desiones, aunque estas pueden extenderse dependiendo el caso.Las atenciones por esa causa han ido en crecimiento. Tan solo el año pasado 463 mujeres acudieron a pedir ayuda al CJM, siendo marzo y septiembre los meses en los cuales se recibió a más víctimas.