Rosalía Aceves Pantoja acudió ayer el panteón de Mezquitán, ubicado en Guadalajara, para visitar los restos de sus padres, fallecidos en 1993 y 2004. “Fuimos tres hermanos que los cuidamos y los protegimos hasta el final con mucho cariño, nuestros padres nos quisieron también”, comentó la mujer, quien permaneció horas en el cementerio tapatío. Con lágrimas en los ojos, Rosalía reconoció que el Día de Muertos le provoca un sentimiento de tristeza. “Cada año venimos a traerles sus florecitas y a limpiarles (la cripta). Nos dolió y nos sigue doliendo su ausencia”.Con flores, comida y música, miles de tapatíos acudieron ayer a los panteones. De acuerdo con las autoridades municipales, hubo más de medio millón de asistentes: 233 mil en Guadalajara, 180 mil en Zapopan, 50 mil en Tlaquepaque, 39 mil en Tlajomulco y 19 mil en Tonalá. Pese a que se registró saldo blanco, hubo atenciones médicas menores por deshidratación, picaduras, caídas y crisis hipertensivas, entre otras, sin que se haya requerido el traslado de pacientes a unidades hospitalarias. Por otra parte, se destacó la caída, de cuatro metros de altura de una menor de edad en una cripta ubicada en el municipio de Tala. Según testigos, subió a una loza de una tumba, la cual colapsó debido al peso. Hasta el cierre de esta edición no se informó sobre su estado de salud.Durante una visita al panteón municipal en Tala con motivo del Día de Muertos, una niña de 11 años, identificada como Alexandra Aguayo Nieves, sufrió lesiones considerables al caer desde una altura aproximada de cuatro metros en una de las tumbas.La menor se encontraba en el panteón junto con su familia para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos. Según testigos, Alexandra se subió a una loza de una de las tumbas, la cual colapsó debido al peso, ocasionando su caída.Afortunadamente, las personas presentes en el lugar respondieron con prontitud, brindando ayuda a la niña y alertando a los servicios de emergencia. La menor sufrió golpes.La familia Cervantes Orozco armó uno de los altares más completos que se apreciaron en el panteón Guadalajara. La cripta de Jair destacaba entre las que la rodeaban, ya que al igual que el 80% de las 135 mil tumbas que hay en este cementerio, estaban abandonadas.Para su ofrenda, la familia Cervantes Orozco acudió desde dos días antes para limpiar el área, pues las lápidas están tapadas por los matorrales, maleza y basura de la zona.Los apenas 25 trabajadores con los que cuenta el cementerio, no se dieron abasto para podar y limpiar las 58.5 hectáreas del sitio, ya que, según personal administrativo, las lluvias del temporal han hecho que el pastizal crezca abundante.Altares como el de la familia Cervantes, la del señor Ramírez, o el instalado por Maribel y sus hermanas, cumplen a pie la tradición. Están llenos de arreglos florales, comida, bebidas, velas, figuras religiosas y fotos. Sus ofrendas contrastan con los andadores del panteón, tapizados de montículos de bolsas de basura y parte del zacate que alcanzó a ser podado, pero que ya no dio tiempo para ser recolectado.Los muros que dividen las secciones también presentan algunos derrumbes parciales, mientras que en las calles hay escombro y tierra.“Llegamos desde las 8:00 que abrieron las puertas y acabamos como a las 11:00. Es un detalle para que sepan que no los hemos olvidado. Le pusimos dulces, cacahuate y hasta pollos del Kentucky, tenemos música de la que a él le gustaba”, detalló Jessica, nieta del señor Ramírez.“Encontramos basura por todos lados, además hay algunas lápidas viejas que dañan otras propiedades porque se están cayendo”, añadió.