De los municipios de la zona metropolitana, el 30.95% de las zonas donde se presentan islas de calor tienen una superficie mayor a una hectárea, de acuerdo con el estudio “Actualización de Caracterización y Diagnóstico de Arbolado Urbano y Áreas Verdes para el Área Metropolitana de Guadalajara”, elaborado en el año 2022 por una consultoría externa para el Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (Imeplan).Estos espacios se detectaron principalmente en las zonas del centro tapatío y Huentitán de Guadalajara; en la zona denominada Base Aérea y en Tesistán, de Zapopan; en las cercanías de Centro Sur y Santa Cruz del Valle, en San Pedro Tlaquepaque; en Santa Fe, Santa Anita y Santa Cruz de las Flores, de Tlajomulco de Zúñiga, y en El Salto y Zapotlanejo.“La presencia de altas temperaturas en las islas de calor en zonas urbanas propician afectaciones de salud y económicas en los habitantes, así como en los desarrollos urbanos ya que se producen anomalías en la sensación térmica, aumento en la incidencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales, además de gastos económicos por el alto consumo de energía destinada a sistemas de enfriamiento, así como incremento en la emisión de contaminantes atmosféricos por parte de las plantas de producción de energía eléctrica”, se describe en el estudio.En el 51.13% de la superficie no hubo presencia de islas de calor y el 17.92% la superficie restante las islas de calor fueron menores a una hectárea.Las islas de calor son áreas urbanas de muchas construcciones que son más calientes que las otras áreas cercanas. La temperatura media anual del aire en una ciudad de 1 millón de personas o más puede ser de 1 a 12 °C más elevada que en las áreas rurales circundantes. Las islas de calor pueden afectar las comunidades, incrementar la demanda de energía, la contaminación del aire, y las emisiones de gases de efecto invernadero. El efecto isla de calor también puede producir más enfermedades y mortalidad relacionadas al calor, y afectar adversamente la calidad del agua.De acuerdo con un estudio realizado por los doctores Iryna Tereshchenko y Anatoliy Filonov, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) de la Universidad de Guadalajara, la ola de calor que inicia en Tlaquepaque y Tonalá se propaga hacia el Noroeste de forma paulatina y “concuerda con la densidad de la construcción de las diferentes partes de la ciudad, es decir, hacia las áreas donde se ha identificado aumento de las zonas asfaltadas y el crecimiento desmedido de la infraestructura vertical, ha incrementado considerablemente las superficies reflejantes del calor y, por tanto, se percibe una disminución en la capacidad de disipación de calor de las áreas verdes”.También identificaron fenómenos asociados al incremento de temperatura en el interior de la ciudad como golpes de calor, pérdida de biodiversidad, y presencia de plagas.Hermes Ulises Ramírez Sánchez, profesor investigador del CUCEI, enfatiza que las islas de calor se propician por la actividad humana. “Por ejemplo, si te paras en Avenida Juárez y 16 de Septiembre, con gran flujo vehicular, personas transitando, comercios y hoteles, que utilizan energía y generan calor, no es lo mismo que si vas a Los Colomos, con arbolado y zonas verdes que disminuyen la temperatura y ayudan a aguantarlas inclemencias del tiempo”.