Puestos de comida, juguetes, sombreros, lentes y prácticamente todo lo que se puede vender adornan el camino que conduce al templo de San Martín de las Flores, en Tlaquepaque, donde la Judea en Vivo comienza. Frente al templo, la gente esperaba bajo el fuerte Sol de las 15:00 horas.Amada Rodríguez, de 74 años, ha hecho de la Judea en Vivo una tradición, pues asiste a ella junto con su familia desde hace 30 años. Viene desde Colorado, Estados Unidos, donde reside. “En todos lados hay viacrucis, pero no son como el de aquí”, afirma.Los soldados romanos llegan en caballos y, detrás de ellos, los barrenderos cuidan la limpieza del lugar donde se hace la representación. La congregación llega y Jesús, amarrado de las manos y en medio de serias humillaciones, entra después.Miles de fieles observan desde donde pueden. En las gradas, sillas, azoteas, balcones y hasta en las estatuas de la plaza principal: son 100 mil, según Protección Civil del municipio, y no caben. La representación sigue su curso y ésta es muy fiel a la realidad. Dos soldados acuden a los paramédicos para ser atendidos por heridas en los pies. En tanto, dos helicópteros rondan el sitio para vigilar desde el aire a que todo se mantenga en orden.En el camino al Gólgota, mientras Jesús lleva la cruz, la banda suena y miles de personas lo acompañan para presenciar la crucifixión. El nazareno va camino arriba, entre tierra, piedras y ramas, y al mismo tiempo los elementos bajan en camillas a tres personas que, por el calor y la falta de agua, se desmayaron.Un dron no para de volar y el polvo al caminar se levanta tanto que es imposible no escuchar que alguien tose.Finalmente, levantan a Jesús en la cruz y cuando dice: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, los apresurados bajan antes que los demás para “ganar” tiempo. Al final, la multitud se agolpa y demora media hora para regresar a la plaza principal a comentar sus experiencias de la edición 225 de la Judea en Vivo en San Martín de las Flores.