Primero se escucharon balazos. Los hombres armados que llegaron a bordo de una Nissan Frontier Blanca dispararon contra el portón de la “Clínica de Adicciones El Cerco de Vida”, ubicada sobre la Calle 3, entre 21 de Marzo y Camino a la Cofradía, en la colonia La Cofradía de Tlaquepaque.La camioneta salió de prisa, “se escuchó que quemó llanta” y luego regresó al sitio para chocar contra el portón hasta que lo derribó.“Se siguieron escuchando los balazos, sacaron a unos afuera y ahí les dispararon, pero también dispararon adentro. A ver si no se llevaron también a alguien en la camioneta porque la camioneta se metió hasta adentro”, contó uno de los vecinos que presenció el hecho desde la azotea de su casa.En total, coincidieron los colonos, fueron alrededor de 40 detonaciones las que se escucharon antes de que la camioneta partiera del lugar y de que trataran de escapar los internos que ahí se encontraban. “Alguien salió y les dijo a los que quedaron adentro que ya no había nadie, y salieron corriendo los que quedaban”, añadió una vecina.Los colonos contaron que llamaron a la policía, pero fue hasta pasada una hora que una patrulla llegó al sitio por la Calle 21 de Marzo. “Vino, vio lo que había pasado en la finca pero no se quedaron, se fueron como para el cerro, regresaron ya más al rato ya con los güachos”, aseveró otro joven el sitio.Aunque las autoridades colocaron algunas cintas para que las personas no ingresaran a la zona, por la mañana éstas ya habían sido derribadas. El portón del “Cerco de Vida” había sido reacomodado a duras penas para colocarle el sello de “Inmueble Asegurado”, pero al interior alcanzaban a verse un par de perros, jaulas con varias aves, algunas pesas con las que hacían ejercicio, así como vasijas y la ropa de los internos.De acuerdo con el Ayuntamiento de Tlaquepaque, el Organismo Público Descentralizado Consejo Municipal contra las Adicciones (COMUCAT) confirmó que en sus registros “no existía la finca ubicada en La Cofradía como establecimiento de algún Centro de Atención a las Adiciones”; es decir operaba, aunque bajo conocimiento de los vecinos (y desconocimiento de las autoridades), de manera ilegal.Pasaban varias personas a ver la zona preguntando por Braulio, “el Padrino”, sin embargo nadie en el lugar supo si entre las víctimas se encontraba él, pues no alcanzaron a ver quiénes fueron los seis asesinados; además su teléfono, enviaba las llamadas al buzón de voz.Sólo confirmaron que entre ellos se hallaba un hombre mayor, debido a que en el suelo quedó su bastón y los lentes que siempre llevaba puestos, rodeados de gasas, guantes y al menos cuatro charcos de sangre que brillaban al sol.JM