Don Ignacio, de 77 años, y su esposa Esperanza reciben hace unos años la pensión del Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores del Gobierno federal. Sin embargo, hace cinco meses que ella está en cama por un infarto que la dejó inmóvil y sin habla.Don Ignacio ahora da vueltas entre las oficinas de Palacio Federal y la Secretaría de Desarrollo Social para cobrar la pensión de Esperanza. Ella está por cumplir 75 y lleva tres infartos. El más reciente la dejó en cama, con una sonda y le valió para que dejaran de entregarle su pensión, porque su tarjeta es antigua y tiene ir a cambiarla.“¿Cómo la voy a traer? ¿Me van a mandar con ambulancia? Ella no puede moverse, mi hija me ayuda a cambiarla, limpiarla y darle de comer”, lamentó el hombre.Para que no tuviera que ir, una trabajadora del único espacio que quedó abierto en Palacio Federal por la contingencia de COVID-19 le dio una hoja a don Ignacio en la que Esperanza tenía que poner su huella.Pero no pudo, pues apenas puede mover las manos, así que lo regresaron una, dos, tres veces del edificio con puerta abierta en la calle Hospital. Ésta última lo mandaron a la Pila Seca.Pero no es el único con ese problema. Doña Francisca, de 76 años, no pudo sacar el dinero del banco el 17 de marzo, como normalmente lo hace. Regresó el 20 y tampoco pudo, por lo que tuvo que acudir a las oficinas de Palacio Federal donde le informaron que por el adelanto de pensiones, decretado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador con el fin de hacer frente a la pandemia de coronavirus, el dinero tardaría más: “Me dijeron que fuera el 5 o 10 de abril”.
