Miguel Ángel López Rocha, o Miguelito como le decían, vivía en La Azucena, en El Salto, a dos cuadras del río Santiago. En esa colonia la carencia de servicios es visible: prevalecen las calles de terracería llenas de hoyos, casas abandonadas, maleza, basura acumulada en las esquinas y restos de fogatas.En ese lugar jugaba Miguel Ángel hace 12 años, cuando cayó en el río. Lo hospitalizaron y dos semanas después falleció por la cantidad de arsénico que consumió en el agua que tragó. Tenía ocho años.Hoy, en La Azucena todavía padecen falta de agua hasta por 10 meses y un ambiente tóxico por el hedor del río que aumenta en temporada de calor, lo que ha provocado que todos conozcan al menos a un habitante con insuficiencia renal, cáncer o problemas respiratorios. Además de las plagas de moscos que se acumulan.“El niño jugaba con sus amiguitos en el río y se cayó. Aunque olía, no sabíamos que era tan peligroso. Él se fue a su casa y se quedó ahí un rato pensando que no le había pasado nada hasta que se puso muy mal y su mamá lo llevó al hospital. Tenía arsénico, y fue lo que lo mató”, contó Ana Isabel, quien entonces era vecina de Miguel Ángel.A pesar de la pérdida de una vida, la única medida para mantener al resto de los niños “a salvo” del río fue poner un tramo de malla para que no pasaran. “Lo peor de todo es que el Gobierno sigue permitiendo que viva gente aquí, que sigan haciendo fraccionamientos. No les interesa”, lamentó Blanca, quien habita ahí desde hace 15 años.Los residentes cuentan que por las noches las empresas “sueltan algo” que provoca humo negro que contamina aún más a los pobladores. “Hace unos días llevé a mi hijo con el alergólogo y cuando me preguntó dónde vivía, le dije que en El Salto, movió la cabeza y me dijo que es el municipio más contaminado y de donde más va la gente por infecciones respiratorias”, compartió Dolores, otra vecina.Sandra es otro de los casos ejemplo de la grave contaminación. Tiene cáncer de mama desde el año pasado, pero se desarrolló tan rápido que le echa culpa a los metales pesados que se respiran.“La bolita en mi pecho crecía cada vez más rápido y me dolía. Me mandaron a hacer estudios, pero no llegué porque tuve un brote de pus y en cuanto llegué a la clínica supieron que era cáncer de mama, pero muy agresivo porque después de las primeras quimioterapias volvieron a retoñar”, señaló.Y no solo eso: desde que llegó a La Azucena, hace 11 años, padece muchas enfermedades tanto de la piel como respiratorias. El doctor le decía que era por la tierra del lugar. Además, desarrolló asma crónica.“Ojalá pusieran un letrero para las fábricas: “Favor de no arrojar sus líquidos”... Van a matar a La Azucena”, dijo Martha, vecina del lugar.Luego de que el Gobierno de Jalisco señaló durante la “macro-excursión” que la empresa Urrea podía ser una fuente de contaminantes peligrosos en el río Santiago, el gobernador la deslindó tras recibir los resultados de estudios sobre el afluente.“Esta semana se pudo comprobar que la empresa Urrea Herramientas Profesionales S.A. de C.V. no realiza descargas de aguas contaminantes para el hábitat del río Santiago”, dijo el ejecutivo estatal.Los estudios fueron realizados por la Comisión Estatal del Agua (CEA) y certificados por la Entidad Mexicana de Acreditación, además de que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) hizo una inspección a la fábrica.Por los resultados, el gobernante reconoció “la responsabilidad y voluntad de Grupo Urrea por hacer lo correcto”.No obstante, manifestó que en la zona se encontraron indicios de desechos de otras empresas que vierten sus aguas al Santiago con al menos una sustancia por encima del parámetro permitido, por lo que la investigación proseguirá hasta encontrar “al agente contaminante”.En un primer muestreo, que formará parte del Registro Estatal Único de Descargas, se detectaron contaminantes básicos y metales que pueden estar relacionados con otras 28 empresas que vierten aguas al Santiago.Entre ellas hay algunas dedicadas al procesamiento de alimentos, producción de bebidas alcohólicas, fabricación de sustancias químicas y medicamentos y tratamiento de metales.Esta primera lista se enviará al Gobierno federal este viernes para que sean verificadas, pues es competencia de la Profepa. LA VOZ DEL EXPERTOMiguel Magaña Virgen (jefe del Departamento de Ciencias Ambientales del CUCBA)Aunque las descargas de las industrias sobre el río Santiago, en volumen, son menores que las agrícolas, causan más daño por contener sustancias tóxicas y metales pesados, expuso Miguel Magaña Virgen, jefe del Departamento de Ciencias Ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG.“El Gobierno del Estado señala que los principales contaminantes del río Santiago son las actividades agropecuarias, pero la mayor parte de los contaminantes que genera el área agropecuaria son orgánicos, en cambio, las descargas industriales son más contaminantes”.Explicó que, de acuerdo con estudios, de las descargas industriales solamente 19% es tratada, no obstante, sólo 44% de esa fracción tiene un tratamiento conforme a la norma.“En concreto, de todas las aguas industriales residuales, solamente 7% son tratadas bajo la norma, por lo tanto, tenemos 93% de emisión de aguas industriales fuera de norma”.Mientras que las descargas agrícolas, en su mayoría, sí pueden ser saneadas en plantas de tratamiento, los metales pesados y otros químicos que salen de las industrias no son limpiados por los sistemas convencionales, sino que se requiere un tratamiento especial y más caro.El saneamiento del río, dijo, sólo será posible con un programa integral en el que participen los distintos sectores que perjudican el afluente y en el que las industrias se autorregulen. Esto, en el entendido de que el Gobierno no tiene la capacidad suficiente para inspeccionar a todas las industrias que dañan el medio ambiente de manera consciente.En enero de 2008, el niño Miguel Ángel López Rocha, de ocho años, jugaba con sus amigos en la colonia La Azucena, en El Salto, cuando cayó por accidente al río Santiago. En el hospital le diagnosticaron septicemia, entró en coma y falleció el 13 de febrero por intoxicación con arsénico.Tras reclamos de justicia de los padres y de habitantes de El Salto y Juanacatlán para resarcir los daños por la muerte del menor, así como para demandar el saneamiento del río Santiago, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 12/2010, mediante la cual solicitó el resarcimiento del daño a los familiares “como consecuencia de la responsabilidad institucional en que incurrieron los servidores públicos de la Comisión Nacional del Agua (CNA)”.Sin embargo, a 12 años de su muerte, la dependencia no ha admitido la recomendación y la Comisión Nacional de Atención a Víctimas (CNAV) ha evadido el resarcimiento del daño a los familiares, pese a que ya existen mandamientos judiciales, expuso Juan Carlos Sánchez, su representante legal. “De no atenderse este último llamado del tribunal colegiado, vamos a acudir ante la Fiscalía General de la República (FGR) por el delito de abuso de autoridad”, contra la Comisión Nacional de Atención a Víctimas .Después de que la CNA no reconoció que Miguel Ángel se intoxicó por sustancias en el río, en 2015 los familiares y el activista Raúl Muñoz integraron un expediente ante la Comisión Estatal de Atención a Víctimas que concluyó con el reconocimiento del menor, de su madre, María del Carmen Rocha, y de su padrastro, Raúl Luna, como víctimas.