Desde ayer, los zimbabuenses tienen un nuevo presidente: Emmerson Mnangagwa, “El Cocodrilo” que por años apoyó al antiguo mandatario, Robert Mugabe, hasta que su esposa lo convenció de obligarlo a dimitir.Pero haciendo a un lado a esa historia, más de 60 mil personas celebraron la investidura del hombre que regresó al país como el gran “héroe” y ha prometido una forma de Gobierno, presuntamente momentánea —en tanto se fija fecha para las elecciones—, abiertamente democrática.Sin embargo, en medio de la algarabía por esta transición, los activistas piden cautela y recuerdan que Mnangagwa es uno de los más destacados aliados históricos de su antecesor.En 1980, tras la independencia del país, siendo ministro de Seguridad jugó un papel clave en la matanza de más de 20 mil miembros de la etnia Ndebele. La llamada operación Gukurahundi, que muchos califican de genocidio, fue una purga étnica contra simpatizantes de la Unión del Pueblo Africano de Zimbabue (ZAPU), que se saldó con la fusión de la formación con la ZANU-PF y le valió a Mugabe su ascenso definitivo a la presidencia en 1987, ya que hasta entonces gobernaba como primer ministro.Pero ayer, en el Estadio Nacional de la capital zimbabuense, el nuevo jefe de Estado fue recibido con 21 salvas de honor y por los aviones de combate y helicópteros de las Fuerzas Aéreas.El presidente del Tribunal Supremo, Luke Malaba, colocó a Mnangagwa la cadena de oro y la banda presidencial verde, una imagen inédita para buena parte del país, ya que en 37 años no había habido otro líder que Robert Mugabe, cuyo futuro no está claro aún, aunque medios locales apuntaban que se quedará en el país tras haber pactado inmunidad a cambio de su renuncia. “Yo, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, juro que como presidente de la República de Zimbabue seré leal a Zimbabue y obedeceré, respaldaré y defenderé la Constitución y todas las otras leyes de Zimbabue”, fueron las primeras palabras del “Cocodrilo”, en la ceremonia a la que asistieron los presidentes de Mozambique, Botsuana, Zambia y Namibia.Mnangagwa afirmó estar dispuesto a llevar al país a una nueva etapa, a reconstruir la economía y a gobernar para todos: “No debemos ser rehenes de nuestro pasado. Vamos a crear empleos para nuestra juventud y reducir la pobreza. Los actos de corrupción deben cesar de inmediato”.También anunció que compensaría a los granjeros blancos que fueron expulsados de sus propiedades al inicio de los años 2000, una reforma emblemática de la era Robert Mugabe, que le valió al ahora ex presidente múltiples críticas y sanciones internacionales.Mnangagwa se comprometió asimismo a proteger las inversiones extranjeras. “En el mundo global, ninguna nación puede ser una isla” explicó.SABER MÁS El temido “Cocodrilo”Mnangagwa pertenece a la vieja guardia del partido que cofundó Robert Mugabe, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico; así que su regreso al poder inquieta a quienes no han olvidado su pasado.“Nadie quiere una transición con un tirano no electo reemplazado por otro”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson.