La celebración en Estados Unidos del Día de los Veteranos tiene un sabor amargo para ex combatientes hispanos como Mario Martínez, quienes temen ser deportados a pesar de haber puesto en riesgo su vida por el país.El inmigrante llegó a Estados Unidos cuando tenía tres años. Con apenas 16 años se reclutó en las Fuerzas Armadas y a los 17 ya hacía parte del Ejército, a la vez que era un residente permanente.“Cuando entramos al Ejercito nos dijeron que éramos americanos, yo era tan joven que me lo creí”, recuerda dijo este ex soldado de 54 años y oriundo de Durango, México, quien por seis años prestó sus servicios al país.Estuvo asignado en la antigua Alemania Occidental y durante su estancia vigiló el muro de Berlín. Hoy, casi cuatro décadas después de haber peleado por Estados Unidos, irónicamente el Gobierno lo quiere poner al otro lado de la frontera.La pesadilla de Martínez comenzó en 2008 cuando en una discusión con su novia la mujer resultó herida. El inmigrante se sometió a juicio y fue condenado a cinco años en una prisión estatal. “Desde que entré me vieron con apellido latino y me pusieron en una lista para pasar a inmigración cuando saliera”.La ciudad de Nueva York rindió homenaje ayer a los veteranos de guerra de Estados Unidos con el que se considera el desfile más grande del país, que reunió a más de 30 mil militares en activo y retirados por las calles de Manhattan.