La autora de un estudio encargado por la Cepal denunció este lunes que Chile recibió en 2021 una cantidad récord de ropa desechada o sin usar, que en su mayoría acaba en el desierto de Atacama, en el norte del país, lo que genera un gran daño al Medio Ambiente.Según los datos preliminares del informe para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Chile es el cuarto país del mundo que más textiles procedentes de marcas internacionales de ropa importa y deposita en vertederos irregulares.Con 156 mil toneladas recibidas en 2021 -casi tres veces más que en 2020- el país sudamericano está solo por detrás de Pakistán, Emiratos Árabes Unidos y Malasia, según el informe que será presentado oficialmente a fin de año en Santiago."Un 60% de esta ropa termina de alguna u otra forma en el desierto", lo que causa graves problemas medioambientales y sociales en la región, una de las más pobres de Chile, explicó desde Viena la investigadora Beatriz O'Brien, autora del estudio encargado por la Cepal."Son comunidades vulnerables y precarias las que se hacen cargo de los desechos y de la contaminación que generan estos residuos", agregó la experta en referencia al elevado porcentaje de químicos que contiene esta ropa (un 63%).La indumentaria llega al país sudamericano por vía marítima en paquetes de entre 40 y 45 kilos, que se comercializan a través de intermediarios a precios irrisorios de entre 1 y 2 dólares por kilo.O'Brien habla de "colonialismo de residuos" procedente de los países industrializados del norte (Estados Unidos, Asia y Europa), que mandan su ropa no deseada al llamado "sur global".Para marcas internacionales como Nike, Adidas o H&M es más barato enviar la ropa no usada a países del sur en lugar de intentar venderla o reciclarla, aseguró la investigadora chilena, que está en Austria a invitación de la fundación local COMÚN, que organiza esta semana una conferencia sobre residuos textiles.Según O'Brien, el gran número de acuerdos de libre comercio firmados por Chile con diferentes países y regiones del planeta hace que la nación sudamericana sea especialmente vulnerable a la llegada de ropa desechada a su territorio.La investigadora añade que no se trata únicamente de ropa desechada y rota sino, en muchos casos, también vestimenta jamás usada, envuelta en sus bolsas originales y con etiquetas puestas."El consumidor debe saber que cada vez que dona ropa, una gran parte acaba descartada en una comunidad de algún lugar del mundo y afecta allí a gente que tiene condiciones de vida muy difíciles", comentó la investigadora."Hay otras comunidades que sufren este impacto. Ojalá, se implementen esquemas de responsabilidad extendida para el productor, para que estas comunidades reciban financiamiento para manejar la gran cantidad de materiales, que sí pueden ser reciclados o reutilizados", aseguró O'Brien.