El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva pasó su primera noche en prisión en la ciudad de Curitiba, en el sur del país, donde anoche hubo enfrentamientos entre la policía y manifestantes a favor del exmandatario que se saldaron con al menos ocho heridos. Con 26 horas de retraso respecto al plazo dado por el juez Sergio Moro, Lula da Silva se entregó finalmente a las fuerzas del orden ayer en la noche y fue trasladado de Sao Paulo a Curitiba, bastión de la Operación Lava Jato, donde ingresó en la sede de la policía federal. Manifestantes a favor del expresidente y fuerzas del orden que usaron balas de goma y gas lacrimógeno se enfrentaron anoche a las puertas de la superintendencia de la policía donde Lula da Silva cumple su primer día de condena a 12 años y un mes por corrupción y lavado de dinero. Un perímetro de 100 metros del edificio fue creado y la seguridad fue reforzada este domingo, mientras la Justicia prohibió que la gente acampara en zonas colindantes, ante el temor de disturbios. A seis meses de las elecciones presidenciales de octubre y con Lula da Silva liderando todas las encuestas, no está claro cuál será el impacto y las consecuencias de su encarcelación, considerada por parte de la población como prueba de la lucha contra la corrupción y por otra parte como una trama jurídico-mediática para dejarle fuera de los comicios. Ayer, Lula da Silva, que tiene una decena de procesos aún sin juzgar, dijo que su encarcelación tendrá repercusiones sociales, y pidió a sus seguidores y a la izquierda que se movilice en las calles. "Ustedes tendrán que transformarse en Lula y caminar por el país haciendo lo que tienen que hacer. ¡Tienen que saber que la muerte de un combatiente no para la revolución!", lanzó ayer en su último baño de masas antes de entregarse. Presidente de Brasil por dos mandatos (2003-2010), Lula fue condenado en segunda instancia a 12 años y un mes por beneficiarse de un departamento de tres plantas en la localidad costera de Guarujá, en el litoral de Sao Paulo, a cambio de favores políticos a la constructora OAS. Tiene más de media docena de causas aún abiertas sin juzgar, aunque él niega cualquier acto ilícito, y cita la celeridad de su proceso -apenas 11 meses desde que declaró ante el juez Moro y su condena en segunda instancia- como una muestra de ello, pues en Brasil es común que los procesos judiciales demoren por años, lustros o décadas. Candidato del Partido de los Trabajadores a las elecciones presidenciales de octubre, comicios en los que lidera las encuestas con cerca del 37 por ciento de la intención de voto, no está claro cuál será el impacto de su encarcelamiento en la estrategia electoral de su formación.JB.