Ella quería ser recordada como una “gran provocadora” y dijo ser una fiel admiradora de Margaret Tatcher. Pero Liz Truss terminará haciendo historia de otra manera. Para sus críticos es una “destructora” y para la sociedad como la primera ministra que duró un “suspiro”, 44 días, en el puesto.Sus 44 días en el puesto se caracterizaron por el agravamiento de las dificultades económicas para millones de británicos, además de debilitar la imagen de su país en el plano internacional y agotar lo que quedaba de unidad en un Partido Conservador, debilitado tras 12 años en el poder.La ex ministra de Relaciones Exteriores de 47 años llegó al poder con una simple promesa: en un contexto difícil de fuerte inflación y disparada de los precios de la energía, quería relanzar el crecimiento gracias a recortes masivos de impuestos. Su experiencia en otros ministerios y su visión optimista convencieron a los militantes conservadores.Pero su ambicioso plan económico, anunciado el 23 de septiembre por su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, que preveía decenas de miles de millones en recortes de impuestos sin un financiamiento claro no sirvió para encausar la economía británica, sino para descarrilarla.En respuesta, los mercados reaccionaron con violencia: la libra se desplomó, el rendimiento de los bonos de Estado se disparó y el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir. Fue el principio del fin para Truss. El fallecimiento de la reina Isabel II el 8 de septiembre y los días de duelo nacional le dieron unos días de respiro, pero su gobierno ya estaba tocado. Al interior del Partido Conservador, la atmósfera fue en todo momento densa y los disensos quedaron a la luz del día. Truss intentó contentar a los economistas al renunciar a recortar la tasa de impuestos a los más ricos. Pero con esa decisión su autoridad y control del partido empezó a evaporarse. “Entendí, escuché”, dijo entonces.Escuchar quizás, entender probablemente no. Su promesa de “crecimiento, crecimiento, crecimiento” dejó de llamar la atención del electorado y le valieron múltiples críticas de la clase económica.El 14 de octubre, bajo la presión de su partido cada vez más inquieto, y mientras ya circulaban nombres para reemplazarla, despidió a su ministro de Finanzas y convocó a una conferencia de prensa. Apenas este miércoles 19 de octubre, abucheada por los diputados en el Parlamento, afirmó “soy una luchadora, no alguien que abandona”. Pero fue más una frase que una convicción: Un día después renunció. El líder del Partido Laborista británico (que está en la oposición), Keir Starmer, exigió ayer la convocatoria de elecciones generales “ahora” luego de que Liz Truss anunció su dimisión. Starmer declaró con dureza que “el Partido Conservador ha demostrado que ya no tiene mandato para gobernar. Después de doce años de fracaso conservador, el pueblo británico se merece algo mucho mejor que esta puerta giratoria del caos”. -Nombrada en septiembre de 2021 al frente de Relaciones Exteriores, se mostró intransigente frente a la Unión Europea y encarnó la posición dura contra Rusia tras la invasión de Ucrania. CT