DACA, BANGLADESH.- El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advirtió de que la situación de los rohinyás refugiados en Bangladesh es "desesperada" y puede empeorar si no se aumenta la ayuda humanitaria cuando se cumple un mes del estallido de la crisis."Su situación sigue siendo desesperada, y nos arriesgamos a un deterioro dramático si la ayuda no se intensifica rápidamente", dijo el comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, en una rueda de prensa en Dacca tras visitar este domingo los campamentos de rohinyás instalados en el sureste del país.Grandi afirmó que la situación de los rohinyás "no se ha estabilizado aún" y pidió un refuerzo de la ayuda humanitaria: "Se necesita más, y rápido, si queremos evitar un mayor deterioro".Tras visitar la víspera el campamento de Kutupalong, en el distrito de Cox's Bazar, Grandi aseguró haber hablado con personas "profundamente traumatizadas" y expuestas a "enormes dificultades"."Han visto aldeas arder, a familias con disparos o muertas a machetazos, mujeres y chicas que han sido brutalmente tratadas. A muchos de ellos les gustaría volver a casa, pero para eso es necesario el fin de la violencia", dijo."La solución a la crisis se encuentra en Birmania", añadió Grandi.El comisionado de la ONU para los Refugiados también aseguró que los rohinyás instalados en Bangladesh son refugiados, pese a que muchos de ellos no cuenten con el estatus oficial."Ellos huyeron de la discriminación, persecución, violencia y el conflicto. Esas son causas que cualifican a alguien que huye como refugiado", indicó en su intervención.Según la ONU, unos 436 mil miembros de esta minoría musulmana han llegado a territorio bangladeshí en el último mes huyendo de la ola de violencia que sufren en Birmania (Myanmar).El inicio del éxodo de los rohinyás comenzó el pasado 25 de agosto, cuando se produjo un ataque por parte de un grupo insurgente de esta minoría musulmana contra puestos policiales y militares birmanos.En respuesta, el Ejército birmano lanzó una campaña militar que ha sido tildada por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos como "limpieza étnica de manual".