Conocida en el imaginario colectivo como “el fin del mundo”, la Antártida es a día de hoy el termómetro de la Tierra: un vasto territorio helado en el que los científicos investigan los efectos que produce el cambio climático y que tendrán consecuencias por todo el planeta.A pesar de su lejanía, que obliga a los visitantes de la Isla Rey Jorge, la más cercana a Chile, a viajar dos horas en avión desde la austral ciudad de Punta Arenas y a celebrar la navidad en verano bajo un cielo casi perpetuamente iluminado, la influencia del “continente blanco” abarca fenómenos naturales en otras parte del globo que ni siquiera alcanzamos a imaginar.“La temperatura del mar del Norte en Europa, el florecimiento de los cerezos en Japón o los aluviones en el norte de Chile” están marcados por procesos antárticos, explicó el director del Instituto Antártico Chileno (Inach), Marcelo Leppe.La Antártida, detalló, “tiene un poderoso rol regulador del clima del planeta, no sólo por el albedo -la capacidad de reflejar la radiación solar-, sino también porque la corriente marina que la circunda produce una serie de interacciones en los mares de todo el mundo, lo que a su vez produce una relación océano-atmósfera muy interesante que condiciona parte importante del clima global”, detalló Leppe.