A pesar de concentrar unos 50 mil soldados en la región rusa de Kursk y continuar con los ataques, Rusia sigue sin poder expulsar al Ejército ucraniano, más de dos meses después del inicio de combates en esa región.Los combates estallaron en esa región en los últimos días después de que Rusia lanzó el jueves un ataque cerca de Lubimovka, a 20 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Sudzha, controlada por Ucrania.A pesar de los avances iniciales de Rusia, las fuerzas ucranianas lograron limitar los progresos del enemigo y reconquistaron algunas posiciones perdidas antes del sábado, según blogueros militares ucranianos.Sin embargo, la situación sigue siendo muy violenta y fuentes rusas afirman que hubo nuevos avances en la zona durante el fin de semana, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Estados Unidos.“No sólo las posiciones pequeñas, sino también áreas relativamente grandes cambian de manos varias veces al día”, anotan oficiales ucranianos. Una cuarta parte de las bombas aéreas guiadas, 31 de las 122 lanzadas por las fuerzas rusas el domingo, fueron lanzadas contra las tropas ucranianas en Kursk, reveló ayer el Ejército ucraniano.Sin embargo, la ventaja de Rusia en aviación y artillería, que le ayuda a avanzar en Donetsk aniquilando las defensas ucranianas, importa mucho menos cuando las unidades ucranianas pueden cambiar rápidamente sus posiciones como lo hacen en la región rusa, escribe el analista militar Oleksandr Kovalenko para el Grupo de Resistencia Informativa.A diferencia de lo que ocurre en Ucrania, donde los dos ejércitos luchan a lo largo de una línea de frente claramente delimitada, en Rusia los combates siguen caracterizándose por la falta de posiciones atrincheradas y los rápidos cambios en la línea de contacto.Además, el clima se está deteriorando y el terreno se está volviendo más fangoso debido al aumento de las lluvias. Esto ya está dificultando la logística de Ucrania y puede complicar las maniobras rápidas que han favorecido al Ejército de ese país hasta ahora. CT