La publicación de un libro mucho más orientado al cotilleo que a la política pareciera ser el culmen del primer año de Donald Trump al frente de la Casa Blanca; 365 días que se traducen en dos mil tuits y, según los expertos, tan sólo una ley importante, la reforma fiscal, que favorece principalmente a los que más tienen.En tiempos de campaña, el republicano propuso la simplificación tributaria como uno de los principales ejes de su administración. Once meses después de su juramentación como presidente, el 22 de diciembre, Trump firmó la nueva reforma a la Ley de Reducción de Impuestos.“Es un éxito político de Trump desde un punto de vista estrecho porque consiguió algo que prometió hacer, pero es un desarrollo muy lamentable. Esta reforma incrementará la desigualdad económica que se ha intensificado en los últimos años”, opina Larry Diamond, profesor de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford.Pero también supone afectaciones a la economía mexicana, en lo que respecta al cambio en tasas de impuestos de repatriación de capitales, con la cual se busca que las empresas estadounidenses con operaciones en México envíen sus utilidades a ese país en lugar de reinvertirlas en territorio nacional; una oportunidad para demostrar que la frase “Estados Unidos primero” no sólo fue un eslogan de campaña.Sin embargo, esto no parece ser suficiente para incrementar el nivel de aprobación del magnate, que según la firma Gallup ha descendido a 39%; aún falta construir el muro en la frontera con México, establecer nuevas bases —benéficas para Estados Unidos— en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e impedir el ingreso al país de musulmanes y otras personas non gratas.Y si bien el presidente ha cumplido otras promesas: la salida de los acuerdos de París sobre cambio climático y del Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), no se puede desligar de otras acciones que poco favorecen la percepción que el mundo tiene del republicano.Esta promesa es parte de la orden ejecutiva “Mejoras en la seguridad fronteriza y la aplicación de la ley de inmigración”, la cual destaca el impacto en los recursos federales por el incremento de inmigrantes ilegales en la frontera con México.“Asegurar la frontera Sur de los Estados Unidos mediante la construcción inmediata de un muro físico en la frontera sur, supervisado y respaldado por personal adecuado para evitar la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y de personas, y los actos de terrorismo”, señala la orden ejecutiva publicada el 25 de enero de 2017.Aunque aún no se ha aprobado presupuesto para la construcción —el mandatario mantiene la promesa de que México pagará—, ocho prototipos instalados en San Diego han superado las pruebas de efectividad de las fuerzas especiales militares y agentes de Aduanas y Protección Fronteriza, informaron ayer fuentes periodísticas.Durante tres semanas, los agentes han tratado de “abrir y escalar” los modelos instalados en Mesa de Otay, San Diego, con diversas herramientas, pero aún no han elegido la obra que se erigirá en la frontera Sur.El primer año de Donald Trump se ha visto plagado de un visible desorden político, tanto a nivel interno como externo. La premisa es clara desde el hecho de que en múltiples ocasiones integrantes de su gabinete han contradicho lo señalado por el mandatario, como en el caso de la construcción del muro fronterizo.Especialistas señalan que esto se debe a que gran parte de los republicanos no ven a Trump como su líder del partido, ya que se ha caracterizado por no ser un presidente tradicional, “disrupto” lo llaman algunos.Lo dicho puede observarse a partir de los numerosos movimientos hechos al inicio de su administración en la búsqueda de colocar en su gabinete piezas clave que lo ayuden a ejecutar sus planes, como en el caso de la designación de John Kelly al frente del mismo, explicó Miguel Ángel Sigala, académico del Centro de Estudios sobre América del Norte, de la Universidad de Guadalajara.Sin duda, la más clara prueba del desorden interno es la publicación del libro Fuego y furia que suma opiniones de trabajadores del Estado, incluido su ex estratega, Steve Bannon.Por su parte, Francisco Santana, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Panamericana, explicó que ha tenido un mal manejo de la diplomacia internacional por la que habían trabajado los anteriores presidentes, gracias a comentarios inoportunos, deslices que restan credibilidad hacia su imagen, e incluso una pérdida de liderazgo frente a naciones como Rusia o China.Ni racista ni xenófobo, se dice Trump tras haber afirmado que no está dispuesto a recibir en Estados Unidos a personas procedentes de países “agujeros de mierda”, la más reciente polémica en la que se ha visto envuelto.Pero lo cierto es que desde su campaña, el magnate ya había dado un esbozo de lo que sería su postura frente al tema migratorio; su promesa era “mano dura” con los inmigrantes ilegales, y ahora incluso se ha esforzado por dejar en la incertidumbre a los jóvenes que protegió su predecesor, Barack Obama, con el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), cuya revocación se encuentra en pausa gracias al fallo de un juez de la Corte de San Francisco.Justamente es en los tribunales donde Trump ha intentado ganar batallas en materia migratoria: la orden para prohibir el ingreso al país de ciudadanos de países musulmanes que comenzó en febrero pasado, ha tenido que ser reformada en varias ocasiones para evitar su revocación. De hecho, apenas ayer el Tribunal Supremo aceptó evaluar durante una audiencia que se celebrará en abril la legalidad del tercer veto migratorio que pretende restringir la entrada de los nacionales de ocho países: Chad, Irán, Libia, Somalia, Siria, Yemen, Venezuela y Corea del Norte.También la lucha contra las ciudades santuario se ha dado en la Corte, que ha prohibido al Gobierno de Trump negar presupuesto a las urbes que se nieguen a colaborar con las medidas migratorias federales.No obstante el estira y afloja con México desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, los mercados en el país han mostrado un comportamiento positivo, al igual que los flujos de capital al país, de acuerdo como Marco Oviedo, jefe de Investigación Económica para América Latina de Barclays, quien resaltó que al menos ahora hay más certidumbre de lo que el mandatario puede y no puede hacer.En opinión de Oviedo, la moneda mexicana ha sido la ganadora en la era Trump, al presentar un avance de 14.95% frente al dólar, al bajar de 20.60 pesos a 18.90 en su primer año de Gobierno, en tanto que el mercado accionario en México registró un avance de 7.49 por ciento.* Juramentación ** Elecciones EUMéxico se ha visto fuertemente golpeado por la administración de Donald Trump, no sólo por el racismo y xenofobia, sino porque desde el principio tomó una postura antagonista con claras intenciones de parar las relaciones entre ambos países.El ejemplo perfecto de esto es la firme intención de Estados Unidos (EU) de retirarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “Estamos a punto de iniciar la sexta ronda de negociaciones (...) hay 30 capítulos de los cuales se registran avances en 10, pero ninguno ha sido concluido”, comentó Roberto Zepeda, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, de la UNAM.Agregó que a Trump le conviene anunciar su retirada del TLCAN para tener pruebas en su siguiente informe de que está cumpliendo con sus promesas de campaña, pero también cabe la posibilidad de que el Congreso y la Cámara de Comercio no lo apoyen porque saben que las relaciones económicas con México son importantes.Pero si el magnate cumpliera sus amenazas, la retirada de EU del acuerdo comercial se traduciría en menores inversiones en México y menor posibilidad de que sus productos sean posicionados en el extranjero, indicó Miguel Ángel Sigala, de la UdeG.No obstante, el experto señaló que a pesar de Trump, México “ha madurado en este año previendo una eventual salida del TLCAN y mostrando sus fortalezas ante el mundo en términos industriales”.