Francisco advirtió que existe una "oleada de cerrazón" hacia los extranjeros en el mundo y lamentó que los países ricos transiten una política de "bienestar suicida" que conduce al invierno demográfico y a cerrar las puertas.Al recibir durante una audiencia, en el Palacio Apostólico del Vaticano, a una delegación de Misioneros de San Carlos (conocidos coloquialmente como "escalabrinianos"), recordó que Europa misma fue construida sobre muchas oleadas migratorias durante siglos.Recordó que él mismo es hijo de migrantes y destacó la acogida que recibían italianos, polacos y personas de otras nacionalidades en su natal Argentina, que calificó como un "coctel" de movimientos migratorios.Más adelante afirmó que hablar de "bienestar" es "feo", porque "el bienestar es suicida" y conduce a cerrar las puertas para no ser molestado, dejando entrar sólo a las personas que sirven al propio bienestar, o a no ser fecundo."Esto debe ayudarnos a comprender un poco mejor que hay que recibir al extranjero. Sí, es un extraño, no es de los nuestros, pero ¿cómo se recibe a un extraño? Este es el trabajo que ustedes hacen, crear las conciencias para hacerlo bien, y les agradezco por ello", dijo el Pontífice a los escalabrinianos.También sostuvo que en el corazón de los migrantes existen "historias bellas y feas", considerando que se corre el peligro que estas sean eliminadas, no sólo las feas sino también las bellas, porque recordarlas hace sufrir.Constató que existe el riesgo que el migrante se convierta en una persona desarraigada, sin rostro y sin identidad, lo cual calificó de "una pérdida muy grave, que puede evitarse escuchando, caminando al lado de las personas y las comunidades de migrantes". OA