El viaje del Papa Francisco a Canadá para pedir perdón por los horrores ocurridos en los internados para indígenas gestionados por la Iglesia católica supone un replanteamiento radical del legado misionero de la Iglesia católica, impulsado por el primer Papa americano y el descubrimiento de cientos de posibles tumbas en los terrenos de las escuelas.Francisco ha señalado que la visita, que durará una semana y comienza hoy, es un “peregrinaje de penitencia” para pedir perdón en suelo canadiense por el “mal” hecho a los pueblos nativos por los misioneros católicos. Se produce luego de que el pasado 1 de abril el Vaticano se disculpó por las generaciones de traumas que sufrieron las comunidades indígenas como resultado de la política impuesta por la iglesia para transformar su cultura e incluirlos en la sociedad cristiana canadiense.El tono de arrepentimiento personal de Francisco ha supuesto un importante cambio en el papado, que desde hace tiempo reconoce los abusos cometidos en los internados y defiende firmemente los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas. Pero sus predecesores también elogiaron el sacrificio y la santidad de los misioneros católicos europeos que llevaron la cristiandad a América, algo que Francisco ha hecho en el pasado pero que no se espera que enfatice durante este viaje.El cardenal Michael Czerny, un jesuita canadiense que es uno de los principales asesores papales en el Vaticano, recordó que al inicio de su mandato, Francisco afirmó que ninguna cultura puede reclamar el control del cristianismo y que la Iglesia no puede exigir que la población de otros continentes imite la forma en la que los europeos expresan su fe.