Las frazadas hechas de tejidos andinos que las abuelas heredaban a sus hijos para que se cubran del frío son rescatadas por un artesano en Bolivia que las transforma en zapatos con diseños juveniles para mitigar el crudo invierno.Los tejidos tupidos de lana de oveja de los indígenas aymaras y quechuas hechos con técnicas ancestrales como el telar, conocido como Pullu, tienen colores llamativos y encendidos. El artesano Lidio Herbas corta los tejidos y los convierte en zapatos y botas en su taller en la ciudad de El Alto."Hay otras camas (frazadas) que vienen con recuerdos (dedicatoria); recuerdo que dice 'de su mamá para su hija'... lamentablemente lo tenemos que cortar para volverlo zapato", explicó Herbas.Herbas produce zapatos hace seis años. Inició con otros modelos que tuvieron mucha competencia por lo que recurrió a los tejidos indígenas de los cuales, el corte de cada zapato es diferente. "Es como personalizado, no va a encontrar otro igual", agregó el artesano, ya que según dice cada frazada es única.Hasta el momento, asegura que ha vendido miles de pares de zapatos y uno de sus principales mercados es el norte de Argentina, en la frontera con Bolivia, y que en su país ha tenido una mayor apertura en los jóvenes y más en el invierno."La lana de oveja es caliente y acá está su forrito... Todo el zapato es cómodo y calientito para esta temporada", aseguró.La directora del Museo Nacional de Etnografía y Folclore de Bolivia, Elvira Espejo, explicó que este tipo de tejidos están en todos los Andes: El norte Argentina, Perú, Ecuador y llega hasta la sierra de Colombia con sus respectivas diferencias.JM