Un año después de su muerte, Cuba recuerda a Fidel Castro como un líder indiscutible, su pensamiento se eleva a doctrina filosófica y su imagen inunda los medios oficiales, en los que se le compara con un héroe o deidad, aunque algunos critican esa visión idealizada y apologética del comandante.Visiblemente emocionado, el 25 de noviembre de 2016, el presidente Raúl Castro anunció en la televisión la muerte del “comandante en jefe de la Revolución”, su hermano mayor, a los 90 años tras una década apartado del poder.A la confirmación del eterno rumor sobre su muerte siguieron nueve días de luto nacional, en los que cubanos lloraron al “patriarca” que gobernó la isla con mano de hierro por casi medio siglo, y sus cenizas recorrieron el país hasta el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, donde descansan sus restos.Tras las lágrimas, la isla pronto volvió a la normalidad sin grandes traumas por la pérdida de Fidel, cuyo legado y figura son exaltados con frecuencia por la maquinaria propagandística del oficialismo.“Yo diría que la Revolución cubana sin Fidel Castro no existe. Él fue el centro de ese proceso político, quizá demasiado autoritario, demasiado mesiánico”, afirmó el historiador cubano Enrique López Oliva.Para López Oliva –quien estudió en el colegio Belén de los jesuitas con Fidel en los años cuarenta y luchó en la clandestinidad contra el régimen de Fulgencio Batista–, es peligroso seguir amarrados hoy a su discurso marxista y antiimperialista, que fue “genial” en su momento histórico, pero ahora el momento es otro.“Se está creando una apología de Fidel Castro, como una religión, lo que da una visión distorsionada. Indiscutiblemente fue un revolucionario que cambió todo, pero no fue un dios”, afirma.Según López Oliva, los grandes logros de la Revolución, como la salud y la educación gratuitas o los ideales de solidaridad e internacionalismo se mantienen, aunque debilitados, porque “el tiempo ha ido creando nuevas necesidades y retos, nuevas generaciones con otras aspiraciones”, que se encuentran ante un vacío de liderazgo.Sin embargo, para otros intelectuales de la izquierda militante, como Graziella Pogolotti, el legado de Fidel “está más vigente que nunca”, en especial su pensamiento “humanista y anticolonial”, que supo ajustar a las demandas de cada momento histórico.“No solamente atendió a esa batalla por la liberación y la emancipación de los pueblos, sino que desde una fecha temprana advirtió con insistencia sobre los peligros que amenazan la supervivencia de la especie humana”, aseveró esta periodista y ensayista, que preside la Fundación Alejo Carpentier de La Habana.