Visiblemente nerviosos, pero con una amplia sonrisa y muy agradecidos, comparecieron los 12 niños tailandeses y su entrenador por primera vez para relatar su odisea dentro de la cueva de Tham Luang.“Fue como un milagro”, dijo uno de ellos, preguntado por el momento en que oyeron a los dos buzos británicos que los localizaron tras pasar nueve días atrapados. El entrenador, Ekapol Chantawong, de 25 años, fue quien respondió la mayoría de las preguntas. Explicó que el grupo se había puesto de acuerdo para entrar a la gruta, donde varios de los integrantes del equipo ya habían estado antes. No llevaban nada de comida y, contrario a lo que se había informado, todos sabían nadar. “Pensamos estar en la cueva durante una hora, pero nos dimos cuenta de que estábamos atrapados cuando quisimos salir. No fuimos conscientes de lo rápido que podía subir el agua”, relató.“En ese momento no tuvimos miedo, no estaba preocupado, pensé que al día siguiente el agua habría bajado”, añadió. Pero no fue así. “Al quinto día decidimos buscar una forma de salir. Discutimos si era mejor seguir hacia adentro o retroceder”. Optaron por lo segundo, pero parte del camino de vuelta ya era inaccesible. “Anduvimos hacia otro punto, pero en una hora el agua subió casi tres metros”.Una vez instalados en un sitio elevado de la gruta en el que creían estar a salvo del agua, el grupo se iba turnando para cavar un hueco en busca de una salida con la ayuda de rocas. “Vimos que el agua goteaba de las paredes, así que nos quedamos cerca de esa fuente. El agua estaba limpia”, contó el entrenador. Con el paso de los días, el hambre hizo mella: “Me sentía muy débil e incluso tenía la sensación de que me desmayaba. Intentaba no pensar en la comida”, relató el más pequeño del grupo, Chanin Wiboonrungrueng, de 11 años.El grupo fue localizado 10 días después de quedar atrapado. “De repente oímos a gente hablando”, explicó Adul Sam-On, de 14 años, el único de los niños que sabía algo de inglés. “Bajé con la linterna y hablé con el buzo, aunque tuve que pensar mucho para contestar a las preguntas. Mi cerebro no funcionaba muy bien”, admitió. “Fue como un milagro”.Recuerdan a rescatistaEl equipo de futbol también dedicó unas palabras de recuerdo hacia Saman Kunan, el exmarino tailandés que murió al quedarse sin aire dentro de la gruta mientras distribuía tanques de oxígeno. “Estamos todos muy tristes. Nos sentimos culpables por su muerte”.El País