"¡Mantengan la distancia de seguridad!", grita de repente a un cliente una empleada de supermercado mientras se ajusta los guantes. Las cajeras se sienten "en primera línea" ante un coronavirus que en España mató a más de 300 personas.En una calle desierta del centro de Madrid, Blanca Pérez aprovecha la pausa del cigarrillo para sacarse la mascarilla de cirugía ordinaria que su empresa Carrefour le dio por primera vez el domingo."Ahora, las cajeras estamos en primera línea, de los que más expuestos estamos al virus", dice esta amable empleada de 31 años.Desde la entrada en vigor del "estado de alarma" el sábado, sólo pueden permanecer abiertos comercios básicos como supermercados, tiendas de alimentación, farmacias o estancos de tabaco.Aparentemente tranquila, Blanca señala que "está muriendo un montón de gente". Por precaución, no visita a sus padres ni a sus abuelos para evitar el riesgo de contagio.Ella lleva la máscara, pero su compañera no. "No son mascarillas superprotectoras" pero ni "los sanitarios mismos tienen los medios que necesitan", dice resignada."A mí me hace sentir más segura, sobre todo porque me toco menos la cara cuando la llevo", añade."Hay clientes a los que les tienes que decir que se aparten o que se tapen la boca", insiste la joven cajera.JM