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Zona de Acción y sus promesas en “Mundo, mi mundo”

Por: Iván González Vega

Zona de Acción y sus promesas en “Mundo, mi mundo”

Zona de Acción y sus promesas en “Mundo, mi mundo”

Zona de Acción es uno de esos grupos tapatíos que han hecho realidad el sueño: impulsan sus propios proyectos de teatro, con su lenguaje y sus recursos, y le dan continuidad a su trabajo. Lo que Edith Casillo, Viridiana “Piña” Gómez y César Sevilla han conseguido en unos pocos años es formalizar una promesa de constancia profesional. Su trabajo más reciente es “Mundo, mi mundo” (viernes de septiembre, Estudio Diana, 20:00 horas), un breve espectáculo producido con la directora eslovena Mateja Kokol en el que presentan a una familia disfuncional en el cumpleaños de la hija menor.

Como trabajo escénico, queda muy claro su carácter experimental: los cuatro actores en escena exploran sobre sus personajes, que funcionan según motivos muy concretos; por ejemplo, la madre está harta del matrimonio, el padre es alcohólico y violento. Lo que hacen los actores es buscar que los cuatro miembros de la familia hablen. En escena, intentan disfrutar una fiesta, tomarse fotos, bailar. Aparte, se confiesan ante el público: esta felicidad no es verdadera.

“La Piña” y Edith son dos de las mejores actrices jóvenes de Guadalajara, y eso ya promete; en “Mundo, mi mundo” el problema es que los cuatro personajes no están allí para cumplir funciones narrativas o dramáticas evidentes: el espectáculo funciona como un escaparate en el que los actores ilustran a los personajes.

El espectáculo es mayormente exposición: los personajes hablan, y hablan, y hablan. Para subrayar la mala comunicación, sus diálogos más importantes estallan al unísono y ninguno escucha a los otros. Todos los momentos de exploración actoral, en los que vemos a los artistas jugar con rasgos hiperdeterminados, se prolongan en escena. Pero cualquier cosa bien lograda deviene cliché si tan solo se repite y no genera algo nuevo: un baile familiar ilustra la infelicidad de la madre, la hija mayor quiere reanimar la fiesta y sufre una crisis histérica, el padre de familia se pasea con una cerveza. Por fin, más adelante, el padre y la madre anuncian un cambio.

Atención: no es un problema de calidad actoral, ni de energía escénica, ni mucho menos de producción de emociones. Cualquiera que haya reflexionado en su propia dinámica de familia reconocerá en estas hijas y estos padres los dolores de un hogar en donde la gente se ha esforzado por demasiado tiempo. Y mientras que actrices como Castillo y Gómez consiguen conmover al público, la joven Giselle Signoret logra encantar y rescatar lo más simpático del grotesco cuadro. El final embetunado del trabajo da tanta tristeza como risa (y envidia), y los 40 minutos se van sin que uno los sienta.

Eso es una virtud si uno va a ver un ejercicio experimental, pero, si uno va a ver una obra de teatro, el problema es que se siente incompleta la historia. ¿Es “Mundo, mi mundo” un mal trabajo? Para nada, y promete mucho de Zona de Acción. Nomás que es más divertido cuando el teatro ofrece más que promesas.

Carteleras: agoragdl.com.mx

ivangonzalezvega@gmail.com 

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