Martes, 26 de Noviembre 2024

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#YoMeQuedoEnCasa

Por: Laura Castro Golarte

#YoMeQuedoEnCasa

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Estoy tomando un curso en línea al que convocó el Centro Knight de Periodismo y aunque apenas vamos en el módulo dos de cuatro, la información ha sido muy relevante, los materiales valiosísimos y las discusiones en los foros muy interesantes. Dicho sea de paso, es la primera vez que el Centro Knight hace un curso abierto no sólo a periodistas y la respuesta a la convocatoria fue extraordinaria: casi ocho mil participantes de 160 países.

Esta experiencia me está sirviendo para poner en perspectiva y juzgar en la más justa de las dimensiones (más informada, más documentada, más precisa, más amplia) cómo ha sido la cobertura de la pandemia en el mundo, me refiero a la cobertura periodística; los desafíos a los que nos enfrentamos los reporteros y, entre otros aspectos de una gran riqueza, la importancia de ofrecer claridad y datos ciertos a las audiencias, al mismo tiempo que se combate la infodemia, una práctica lamentable, dañina y generalizada en todo el mundo (infodemia quiere decir sobreabundancia de información sobre un tema, alguna rigurosa y otra falsa).

Hay consenso en varias cuestiones, algunas compartidas en el curso y otras derivadas de la información que ahí se ha generado; mencionaré las más posibles, aunque algunas parezcan obviedades porque de pronto temas básicos se desdeñan o se pasan por alto:

1.- Estamos en una pandemia de características históricas, sin precedente (aun cuando se compara con la influenza de 1918, es distinta por donde se le vea: población mundial, contextos económicos y políticos, avances tecnológicos y científicos, procesos comunicacionales, etc.).

2.- Va para largo. Hasta ahora, no hay vacuna ni medicinas para prevenir o curar la enfermedad. Hay noticias de rebrotes en países que aparentemente ya estaban a salvo del virus. Y una vez que salga la vacuna (se han calculado uno o dos años) nada garantiza que su distribución será equitativa. El Dr. Hugo López-Gatell está hablando de una primera ola y, efectivamente, en el mundo, se espera una segunda ola en cuanto entre el invierno o quizá antes, al final del otoño, cuando empieza justo la influenza estacional. En un mar de incertidumbre, esta es una certeza. Y esto implica que los cuidados se prolongarán más allá de los desconfinamientos que se están dando de manera gradual y escalonada, en el mundo y en cada país de manera diferenciada de acuerdo con la evolución de la pandemia en cada lugar.

3.- A medida que el virus se ha extendido por todo el mundo, las decisiones relevantes han dejado de ser de tipo global (cierre de fronteras, por ejemplo) para concentrarse en las nacionales/locales porque es preciso considerar, a partir del primer caso en cada lugar, todo lo siguiente: estrategias, difusión, política interna, contextos locales, decisiones acertadas o no, usos y costumbres, incluso idiosincrasias e historia; capacidad de respuesta, poder de convocatoria, confianza en las autoridades... En este orden de ideas, ya se sabrá quién exageró, quién se equivocó, quién privilegió intereses electorales, quién decidió mejor actuar con base en confrontación y quién en búsqueda de voluntades y consensos; quién privilegió la comunicación responsable por sobre el alarmismo; quién apeló a la voluntad y responsabilidad de la gente en lugar de hacer uso de la fuerza para obligar y amedrentar; y qué funcionó y qué no.

4.- Los periodistas que están cubriendo la pandemia, tal cual, no deben perder de vista que el foco está en la sociedad. Eso es lo más importante, aquí y en China, literal. Su salud y su vida. En este sentido, la información debe ser precisa, verdadera, confirmada, verificada y contrastada, responsable; de cada letra que se escriba, de cada coma, se deben calcular los efectos independientemente de si se tiene un lector o millones. Nada que acentúe la angustia, ni el miedo, ni la incertidumbre.

5.- Si los gobiernos están ocultando información, más temprano que tarde todo saldrá a la luz y la sociedad juzgará. En algunos países que han pasado primero por la pandemia, ya se sabe quién es quién, como el caso de Lombardía, en Italia, su gobierno de ultraderecha y su clase empresarial. Y

6.- Los periodistas, científicos o no, debemos lidiar con la desinformación y atajarla. Exponer la verdad en cuanto se confirme la falta de precisión o la mentira y advertir a las audiencias. Casi en todos los países han surgido iniciativas para confirmar o desmentir información. En México tenemos verificovid.mx y verificado.com.mx, hay que usarlas.

En conclusión, lo que toca es quedarnos en casa, seguir cuidándonos y no confiarnos. Esta pandemia es real, tiene al mundo en jaque, estamos todos confinados y mucha gente está enfermando y muriendo. Todos, pero el caso de Estados Unidos es un ejemplo de lo terrible que puede llegar a ser.

Como dijo Kai Kupferschmidt, periodista de la revista Science, seguiremos hablando sobre el origen de esto, pero hay que ver hacia adelante. En México, la Jornada Nacional de la Sana Distancia no ha terminado y para que eso suceda, queda claro que se tiene que observar la evolución de la pandemia, municipio por municipio; que será gradual y diferenciado y que, en realidad, entraremos de manera paulatina a una nueva normalidad (por cierto, esto de la nueva normalidad no fue acuñado en México, es de uso común y generalizado en el mundo) que implica cambiar, justamente, usos y costumbres, hábitos y prácticas. Hay que buscar información de calidad y estar atentos a las comunicaciones cotidianas sobre COVID-19 en México. Por lo pronto (y por fortuna, puedo) #YoMeQuedoEnCasa por lo menos hasta el 31 de mayo.

(lauracastro05@gmail.com)

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