Es cierto, Xóchitl Gálvez Ruiz es el nuevo fenómeno en la política federal. Desde este domingo 3 de septiembre encarna a la oposición, algo que apenas en junio pasado parecía imposible porque aunque existía ya la Alianza Va por México, el enorme grupo de aspirantes presidenciales conducía a pensar en un plan condenado a fracasar, y no en un real proyecto de oposición. Xóchitl hizo posible la transformación, pero ahora, ¿qué le ofrece a los ciudadanos, además de su condena permanente al Gobierno de la Cuarta Transformación?El cuestionamiento puede parecer injusto, porque hasta este momento no se han presentado propuestas de Gobierno porque el Instituto Nacional Electoral (INE) lo prohibió específicamente cuando se inventó unas reglas inmediatas para regular los procesos de Morena y sus aliados, igual que el del Frente Amplio por México.¿Pero será que Xóchitl y su equipo pretendieron ser respetuosos de la norma o es porque aún no tienen propuestas concretas para los problemas que afectan al país? Esto es pertinente porque por ejemplo, aunque por razones distintas, Marcelo Ebrard Casaubón sí rompió con la limitación y presentó propuestas concretas para temas como inseguridad y violencia, el Plan Ángel. Lo denunciaron y lo multaron: pagó 10 mil pesos en el INE y eso fue todo. Lo que sí queda como sedimento de ese intento es la intención de aplicar la Inteligencia Artificial, la tecnología avanzada y nuevas medidas para que se ataquen los efectos de la violencia y a los delincuentes. Pero el destino de Ebrard avanza por caminos diferentes.Xóchitl Gálvez goza de su momento de éxito y es válido. Cuando menos hasta que se consolide la candidatura de la 4T y el Presidente Andrés Manuel López Obrador entregue el “bastón de mando”, concentra el interés de quienes manifiestan esperanza en que las cosas mejoren con su entrada en la contienda por la Presidencia.Pero ese momento de gloria se puede transformar rápidamente en decepción si no consolida su discurso y su carisma, en propuestas concretas.La primera y más inmediata discusión será la construcción de acuerdos con los partidos que la respaldan: PAN, PRI y PRD. No es sorpresa que los dirigentes y las cúpulas que les acompañan están interesados en las candidaturas, en los espacios en el Senado, la Cámara de Diputados y los nueve estados en los que se renovará la gubernatura. En este tema, la presión la ejercerán sus aliados: Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, pero ella debe marcar la línea.A la par, es importante la construcción de un equipo de profesionales que le den a Xóchitl el contenido ideológico y las respuestas a temas tan concretos como: qué hacer con los cárteles de la droga y su evidente poder; cómo resolver la crisis de distribución de medicamentos; qué propuestas deben presentarse para enfrentar los retos energéticos en un contexto de alarmante sequía y quejas permanente por la disminución en el sector rural.El listado de temas es enorme y aunque su muy probable contendiente, Claudia Sheinbaum, carece del carisma y el imán que ella proyecta, sí cuenta con una estructura mucho más constituida y respaldada, incluso, por parte de la élite económica nacional.La verdadera competencia apenas inicia y sí, es pertinente preguntar: ¿qué ofrecerá Xóchitl?
