Pareciera que habitamos una ciudad morgue.A nuestras recientes balaceras en las zonas que en teoría son las más vigiladas de la metrópoli, el gravísimo problema de los desaparecidos y otros sobresaltos de violencia que incrementan la percepción de inseguridad en la población y que eclipsan la disminución de algunos indicadores delictivos en la Entidad, habría que añadir otro fenómeno criminal silencioso que ocurre casi a diario en la ciudad y en otras regiones de Jalisco, sin que nadie repare en ello y sin que las autoridades nos digan qué harán para detenerlo.Se trata del tiradero de cadáveres, del reparto impune de muerte que se registra ya no sólo en las periferias de la urbe sino en sitios cada vez más céntricos y transitados. El ejemplo más reciente, el cuerpo emplayado encontrado el sábado en el Parque de las Estrellas, a unas cuadras de la Expo Guadalajara.Pero lo mismo se encuentran cuerpos sin vida de hombres y mujeres en lotes baldíos, en canales de aguas negras, que en un cajero automático en reparación a un lado de la Presidencia Municipal como pasó la semana pasada en Puerto Vallarta, donde se cometió un feminicidio más.O como pasó recientemente en la populosa Colonia del Fresno, donde en plena vía pública dejaron a otros tres asesinados. Se esparce muerte además a la orilla de las carreteras, en brechas, barrancos y fincas abandonadas.Hay también sicarios que se dan el lujo de colocar a quienes mataron en maletas, roperos, tambos, sillones, carritos de súper, carretillas y otros que de plano les prenden fuego, como pasó a una víctima que encontraron carbonizada este fin de semana en la Avenida Adolf Horn, en Tlajomulco.Aparecen igual puntos que están convertidos en rincones de la muerte, ya que los vecinos reportan que el hallazgo de cadáveres se ha repetido en varias ocasiones. Algunas veces los encuentran embolsados, otras encobijados o simplemente arrojados con huellas de tortura, atados y perforados a tiros.Lo preocupante es que todas y cada una de estas víctimas mortales tiradas en el espacio público tienen un denominador común y es que en ninguno de los casos se detuvo a alguno de estos tiramuertos. No hay ningún reporte policial que hable de la detención de alguien sorprendido subiendo, trasladando o bajando un cadáver en alguno de estos puntos.No importa que los tiren de día o de noche, en una brecha o finca de difícil acceso o en la avenida o colonia más transitada. Los repartidores de muerte parecen moverse con total libertad y sin la menor preocupación que los moleste o sorprenda una patrulla municipal, estatal o federal. No importa que sea un sitio que ya les es habitual. No hay estrategia policial que les quiera hacer frente.Desolador panorama si al casi 98 por ciento de impunidad que hay en materia de asesinatos, ahora sumamos el 100 por ciento de impunidad para los tiramuertos.Habrá que ver si los nuevos patrullajes mixtos acaban con este vergonzoso y cómplice cero que tienen las autoridades en esta tétrica asignatura. jbarrera4r@gmail.comJaime Barrera