Termina febrero y sus días se llenaron de todo menos de lo que Palacio Nacional buscaba al anunciar, primero como adelanto en enero y luego formalmente el 5 del presente mes, un paquete de reformas que López Obrador pretendía que, de saque, colmaran la llamada intercampaña.Las semanas previas al arranque de las campañas presidenciales trataron de la defensa sobre sí mismo emprendida por Andrés Manuel, luego de ser revelado, en cuatro distintos reportajes, que EU investigó a su entorno por presuntos sobornos del narco.Si bien él denuncia que la conversación sobre esos temas fue inflada con una megacampaña en redes pagada por sus adversarios, el saldo inmediato, además de la riesgosa deriva de que en el Zócalo griten “narcopresidente” al Mandatario, es que sus iniciativas pasaron a segundo plano. Ni las mañaneras temáticas sobre las reformas, ni los foros anunciados por sus congresistas han pegado. Por más que la secretaria de Gobernación se pasa mañana tras mañana en el salón Tesorería detallando contenidos, las iniciativas del Presidente siguen en lejano segundo plano. El debate fue y es sobre el narco, la supuesta injerencia de Estados Unidos, las sospechas del papel jugado por la maltratada DEA en la coincidencia de la aparición de los reportajes, la prensa y, claro, la inocencia de AMLO (están a nada de llamar a una megaconcentración de desagravio). Si a lo anterior se suma que la violencia sacude a Guerrero y a Chiapas, a Colima y a Jalisco, a Tamaulipas y Nuevo León, etcétera, se podría caer en la tentación de decir que el saldo parcial se convertirá en derrota, que el Presidente no podrá fijar en la agenda su llamado Plan C.Sin embargo, por buenas o nada buenas razones varias de las reformas regresarán y podrían tomar impulso en la discusión pública. Dado que Claudia Sheinbaum declaró que sustancialmente serán parte de su plataforma, lo que sigue, y de hecho ya ocurre en las entrevistas que la candidata de Morena ha iniciado, es que se le cuestione si realmente apoya elegir por voto a ministros de la Corte o consejeros del INE, por ejemplo. Cuando fue dado el anuncio en Palacio Nacional de esa veintena de reformas, varias de ellas constitucionales, distintos analistas las redujeron a mero ardid propagandístico, a una táctica del Presidente para colarse en primera persona en las elecciones. Recomendaron incluso no hacer el menor caso. El lopezobradorismo, empero, toma dictado de los deseos del líder y cada una de las iniciativas, desde la razonable que busca mejores pensiones para quienes ganan menos que el promedio de salario registrado al IMSS hasta la riesgosa que militariza la seguridad pública, es vista como orden a ejecutar.Este martes Sheinbaum explicó en entrevista con Ciro Gómez Leyva que todas las veces en que Morena no le mueve ni una coma a las iniciativas de AMLO en el Congreso es porque los legisladores coinciden plenamente con el Presidente. ¿Alguien cree que en estas 20 nuevas reformas discreparán los actuales o próximos senadores y diputados? La respuesta es obvia. Tanto la candidata presidencial como cualquier candidato a diputado local en, digamos, Aguascalientes, hará inalterada promoción de ese paquete de iniciativas. Surge así un dilema para la oposición. ¿Volver central en la campaña lo que pretende legislar López Obrador, con o sin mayorías en el Congreso? ¿O apostar a que denuncias sobre presunta corrupción y negligencias en su Gobierno, así como insuficiencias de sus obras, sean el tema a debatir? El Plan C tuvo un muy mal mes, casi tanto como AMLO. Pero podrían ir por la revancha.