Comencemos por un reconocimiento previo: En la batalla por el poder, igual que en la guerra, los contrincantes se valen de todo. No hay ingenuos, sino incapaces.Este 3 de enero concluye en Jalisco el periodo de las precampañas electorales. Quienes aspiran a candidaturas para ser votados en las elecciones del 2 de junio próximo, dejarán de dirigirse a “militantes y simpatizantes” y a partir del 1 de marzo, tendrán tres meses para hacer campaña abierta a todos los ciudadanos. Entonces sí, según la legislación electoral, tendrán permiso de presentar propuestas para resolver los problemas que sufre la gente y podrán pedir abiertamente que se vote por ellos.¿Qué va a suceder durante lo que resta de enero y febrero, cuando no hay precampaña ni campaña? Básicamente dos cosas: guerra sucia, particularmente en las redes sociales -ese espacio de comunicación en el que no hay regulaciones mientras no se compruebe que pagaron por publicidad o difusión- y trabajo interno para consolidar las redes de apoyo en el territorio donde se competirá por el voto.Se supone que al arrancar formalmente la campaña, los candidatos y candidatas ya tendrán resueltos los conflictos internos; ya habrán negociado con quienes aún se resisten a colaborar en la búsqueda del voto y tendrán listas sus maquinarias de promoción, de recorridos puerta por puerta y claro, sus equipos de difusión. Y hay que añadir: para entonces ya deberá estar preparada la maquinaria que alimentará lo que públicamente se ha llamado “guerra sucia” y que los especialistas en esa tarea llaman de otro modo: campaña de contraste.Su argumento, insisten, es que no se trata de atacar al adversario directamente, sino de exhibir en todos los espacios posibles sus puntos débiles, desconocimiento, trampas, acuerdos inconfesables y los comportamientos y defectos por los que no debería recibir el voto ciudadano.Claro está que el ciudadano promedio no alcanza a procesar el tsunami de información que le cae encima. A eso le apuestan los mercadólogos electorales: hacer el mayor daño posible. No es ético, pero es jurídicamente permisible. El objetivo es ganar la elección. Para eso les pagan.Así es la democracia y así son las elecciones.Las primeras señales de la batalla ya se hicieron presentes.Merilyn Gómez Pozos, titular de la Unidad de Normatividad de Medios de Comunicación en la Secretaría de Gobernación, y apenas hace unas semanas aspirante a ser precandidata a gobernadora de Jalisco, es una de las enviadas del Comité Nacional de Morena (del grupo político del senador Ricardo Monreal) y presentó quejas contra Pablo Lemus, precandidato a gobernador de MC.A Claudia Delgadillo, la precandidata de Morena y sus partidos aliados a la gubernatura, le está pegando la grilla entre los colaboradores que le enviaron desde Puebla y que formaron parte del equipo del extinto ex gobernador Aristóteles Sandoval Díaz, y los enviados del Comité Nacional morenista.A Laura Haro, de la coalición PAN-PRI-PRD, le impugnaron su precandidatura no desde Acción Nacional el perredismo, sino desde el espacio de los antiguos aliados priistas, el partido que presidió y aún controla.Y esto es apenas el principio. La batalla comienza.Veremos qué opciones de Gobierno se pueden construir en un ambiente adverso y cuánto pueden construir para proponer un Gobierno que de manera natural, debe aspirar a mejorar el actual.