Hace unos días se publicó el índice 2018 del Programa para la Justicia Mundial (World Justice Program). México salió peor que en el 2016, ocupando el lugar 99 de 126 países. Era de esperarse. Peña Nieto y su gobierno llevaron a México del lugar 50 en 2012 al 99, es decir perdimos 49 posiciones. Ese, entre tantos otros indicadores, es testimonio del legado de su pésima gestión.El lugar que ocupamos es patético. Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia y Holanda ocupan los primeros 5 lugares respectivamente (pero son nórdicos, nos podemos justificar). Sin embargo, más cerca de nuestra geografía, Costa Rica es el lugar 24, Chile el 25, Argentina el 46, Brasil el 57 y Perú el 70. Les siguen Colombia y El Salvador que ocupan los lugares 80 y 84; Guatemala número 96 en el índice, nos está pisando los talones.En cada una de las ocho categorías que se miden en el índice estamos reprobados. En equilibrio de poderes ocupamos el lugar número 84; en ausencia de corrupción el 117; en derechos humanos fundamentales el 73; en seguridad y orden el 117; en cumplimiento de regulación el lugar 87; en justicia civil el 113 y en justicia penal el 115. Sólo en gobierno abierto y transparencia México tiene una posición aceptable, ocupando el número 35.Por este deterioro en materia de legalidad, justicia, estado de derecho, respeto a los derechos humanos, es que López Obrador arrasó en la elección de julio del año pasado. De ahí el malestar social en el país. AMLO hizo de la corrupción el eje central de sus promesas: erradicar la corrupción le daría al gobierno 500 mil millones de pesos anuales, crecimiento del 4% del PIB, justicia y bienestar. En la corrupción, afirma el Presidente con razón, está el corazón de todos nuestros males.La 4T tiene la enorme oportunidad para revertir esta tendencia y encauzar a México en la ruta de la cultura de la legalidad, tanto en el sector público como en el privado. Si en 6 años regresamos al lugar número 50 se habrá avanzado de manera fundamental en el factor más importante que el país necesita: “nada, ni nadie por encima de la Ley”.
