Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Volver a cualquier costo: detrás de un 10-1

Por: Andrés Gallegos

Volver a cualquier costo: detrás de un 10-1

Volver a cualquier costo: detrás de un 10-1

Rusia es el tercer país del mundo con mayor número de contagios por COVID-19, con más de 600 mil casos confirmados, sólo por detrás de Estados Unidos y Brasil. Aunque sólo reporta casi nueve mil fallecidos, la Deutsche Welle (medio de Alemania) señala que esta cifra del Ministerio de Salud del Gobierno de Vladimir Putin podría estar incompleta o manipulada, y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que las estadísticas provistas por la Federación rusa son “difíciles de entender”.

Bajo este panorama caótico, la Liga de futbol rusa arrancó labores el pasado 19 de junio bajo una serie de irregularidades y temores sobre la salud de los jugadores. Sin embargo, la anormalidad más comentada fue la victoria de ¡10-1! del Sochi sobre el Rostov, en el que el cuadro perdedor se vio obligado a jugar con canteranos de 16 y 17 años sin experiencia profesional, debido a que toda la primera plantilla se puso en cuarentena por el positivo a COVID-19 de seis futbolistas. Este caso refleja la dificultad que tiene el balompié mundial por regresar a la actividad haciendo caso a las medidas sanitarias.

Apenas en mayo, 12 de los 16 clubes que componen la Primera División rusa manifestaron su deseo de no jugar más esta temporada. Sin embargo, la presión de los grandes equipos de ese país, especialmente cuatro de los primeros cinco clasificados de la actual campaña 2019-2020 (Zenit de San Petersburgo, Krasnodar, el propio Rostov y el CSKA Moscú), así como de los directivos que gobiernan el futbol ruso, obligaron a la reanudación de un torneo que la mayoría quería terminar, y además permitieron que los estadios reabrieran a 10% de su capacidad.

Sin embargo, los casos positivos por COVID-19 no se han detenido en Rusia y el futbol no ha sido ajeno a ello. Tras anunciar la cuarentena obligatoria de todo el plantel por 14 días por el positivo de seis jugadores, Rostov pidió aplazar su partido ante el Sochi, pero este club se negó a hacerlo para sacar ventaja y ganar el juego, ya que quieren eludir el descenso a Segunda División. Lo incomprensible no es tanto que el Sochi, sin mostrar solidaridad alguna con su rival, rechazara aplazar el juego, sino que la Federación Rusa de Futbol permitiera que se disputara un partido a todas luces desigual.

Aunque se pusieron al frente en el marcador, los adolescentes de 16 y 17 años que jugaron en Sochi fueron goleados por obvias razones deportivas. Los medios en Rusia (y las notas de agencias internacionales) enfocaron la noticia haciendo hincapié en la “heroicidad” de los jóvenes del Rostov en hacer frente al partido, así como la actuación de su portero, Denis Popov, por sus atajadas que evitaron una mayor diferencia de goles. Sin embargo, quien escribe estas líneas considera que el verdadero enfoque debería ser otro: ¿hasta qué punto se seguirá privilegiando el tema económico y la exigencia de regresar a la actividad sobre la salud de los seres humanos?, ¿realmente las condiciones sanitarias, no sólo en Rusia sino todo el mundo, permiten el regreso del deporte a la escena pública?

La situación en Rusia no está en vías de mejora. Para evitar la grotesca situación del pasado 19 de junio, se suspendió el partido entre el Krasnodar y el Dínamo de Moscú debido a que este último club también está en cuarentena por el positivo de tres jugadores. Otro equipo moscovita, el Lokomotiv, anunció que su primer equipo se autoaisló durante 15 días luego de que dos futbolistas tienen síntomas de COVID-19. Así pues, el panorama está lejos de normalizarse, y aunque los aficionados al deporte deseamos la vuelta a la actividad, lo más importante es la salud. Marcar 10 goles a favor ahora podrá derivar en derrotas más importantes en el futuro.
 

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