Jueves, 21 de Noviembre 2024

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“Vive, Santi, vive”

Por: Isaack de Loza

“Vive, Santi, vive”

“Vive, Santi, vive”

¿De verdad creíste que los miles de peces que murieron en los bordes del Río Santiago, en Juanacatlán, se asfixiaron por la contaminación? Ni que fuera el cuerpo de agua más contaminado en México. No. Lo que nadie te ha dicho es que ya se hicieron estudios de calidad de agua y… pues nada, todos concluyen que la mortandad fue un caso “extraordinario, puntual y aislado”. Simplemente, a los peces se les olvidó nadar.

Comprometido como lo es, el Gobierno de Jalisco se apuró a hacer un estudio que descartó más de 50 parámetros de contaminación en el Santiago. O sea, sí había pesticidas, pero… ¡Esos son culpa de los agricultores que le ponen pesticida a la maleza en donde los peces salen a que les dé el solecito de 3 a 4 de la tarde!

De hecho, el análisis del que te hablo confirma que el Río Santiago está revividísimo. ¿Ya sabías que le metieron cuatro mil 600 millones de pesos? Y con eso basta y sobra para que ya no dé lata en unos 200 o 300 años, porque ya le enchularon sus plantas de tratamiento, tiene su línea morada (lo que eso signifique) y, cómo no, sus políticas transversales que nomás los habitantes de la cuenca no notan porque, como dicen los clásicos, “ya sé que no aplauden”.

Además, recientemente se reveló que un día antes de que los peces fueran localizados panza arriba se había conmemorado la edición 2024 de la competencia anual de cañonazos de agua “Vive, Santi, vive”, en la que los participantes compiten para ver quién hace el splash más grande. Sobra decir que las olas que resultaron de este magno evento acabaron con la vida acuática.

Y no podemos dejar de lado el Festival Interacuático de Cine “Rivers of the Little Mother” que, justo un fin de semana atrás, había proyectado un maratón de películas de pirañas en enormes pantallas flotantes, por lo que existen altísimas probabilidades de que los efectos especiales y el sonido envolvente asustaran tanto a los peces que terminaran muriendo de estrés.

Tampoco obviemos que, tras ser resucitado, el Río Santiago se convirtió en un imán de celebridades. Y en cuanto los híper famosos Diego Luna y Gael García se pusieron chor y chanclas para promocionar la secuela de “Y tu mamá también”, millones de fans se arrojaron al agua para encontrarse con ellos. De acuerdo con el peritaje exprés, eso generó una agitación tal que envió a los peces justo a las fauces de los pesticidas arrojados por los malignos agricultores.

Luego está el hecho de que regularmente hay personas ávidas de diversión, quienes suelen organizar eventos masivos con pistolas de agua que arrojan chorros tan potentes al río que los peces no logran encontrar un lugar tranquilo para respirar. Y qué tal la nueva tendencia: selfies submarinas, que según confirmó un estudio global, asustan a los peces con los flashes de las cámaras, lo que los lleva a morir de un shock.

Así, tan absurdo como se lee, está el detrás de cámaras de la campaña para tratar de convencernos, sí o sí, que el Santiago es un cuerpo de agua vivo. Que sólo un evento “extraordinario, puntual y aislado”, como por ejemplo un socavón gigante, puede causar estragos.

Que la espuma y el olor a podrido que no se han ido son sólo una ilusión, y que la prueba máxima de que hay un paraíso de agua es que viven tantos peces en el río que algunos decidieron salir a tomar el Sol porque, a lo Darwin, las batallas en el Santiago las ganan los peces más aptos, fuertes y deliciosos.

Lo demás es lo de menos. Tú olvídate de las campañas nocivas y just visit Santiago River: epicentro de la Tantita Madre. Igual y, en el río más vivo de México, encuentras a los peces gordos del sexenio nadando entre miles de millones mal ejecutados.

isaac.deloza@informador.com.mx

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