Los actos de violencia sucedidos en el estadio Alfonso Lastras de San Luis Potosí representan uno más de diversas peleas entre hinchas que, pese a provocar lamentos y censuras por parte de medios de comunicación, directivos y jugadores, su repetición demuestra que no se ha hecho alguna acción significativa para acabar con estas peleas.Como ejemplos de lo anterior están la pelea entre las barras de Veracruz y Tigres en febrero de 2017, lo que provocó al menos cinco heridos ante una seguridad totalmente rebasada. En el Torneo Apertura 2016, aficionados de Santos y Tigres se enfrentaron en las gradas del TSM, en donde se usaron botes de basura como proyectiles.Los clásicos regionales, con aficiones enfrentadas y polarizadas, han dejado algunos incidentes violentos. En la historia de los Atlas vs. Chivas, partidos de máxima tensión y con operativos de seguridad muchas veces ineficientes, el evento más recordado fue cuando seguidores de la Barra 51 del Atlas ingresaron al terreno de juego para encararse con sus jugadores tras un partido de Cuartos de Final de vuelta del Torneo Clausura 2015 en el que Chivas ganaba 4-1. En 2014, aficionados de una barra del Guadalajara se trenzaron a golpes con policías en el Estadio Jalisco, dejando varios heridos entre ambos bandos.Lamentablemente, el tema de la violencia en el futbol sigue y seguirá vigente, máxime cuando la globalización y la omnipresencia de los medios de comunicación permite exportar y expandir ideologías poco deseables como la xenofobia o el racismo. Por ejemplo, en Europa se suelen organizar “quedadas” o peleas callejeras entre aficionados “ultras” de dos equipos para golpearse entre sí. Por ejemplo, tras un partido de Copa UEFA entre Nancy francés y el Feyenoord holandés que terminó con incidentes violentos en 2006, diez años después los hooligans de estos clubes se citaron en un bosque para terminar lo que empezaron aquella noche. Esto recuerda las palizas que se daban aficionados del West Ham y Millwall en la película “Green Street Hooligans” (2005).¿Qué podría hacerse para evitar la repetición de actos como el de San Luis Potosí? Una posibilidad sería prohibir la venta de cerveza y bebidas alcohólicas en los estadios mexicanos, práctica ya avalada en algunos países como Brasil o Argentina. Sin embargo, esto parece inviable por tres motivos: el primero es el negocio que representa para el futbol mexicano (400 millones de pesos en ventas anuales); lo segundo es la falta de interés de la FIFA, que obligó a Brasil a hacer un paréntesis en su ley para la Copa del Mundo de 2014; y lo tercero es que su veto no ha impedido que las peleas entre barras se sigan suscitando.Una solución radical sería algo como lo que pasó en Inglaterra, luego de que la violencia de los hooligans a mediados de los ochenta mellara el prestigio del futbol inglés. Ante de la fundación de la marca Premier League en 1992, que dio pie a la actual liga que muchos admiran, los estadios eran viejos y estaban vacíos por la intimidación de los hinchas radicales. Tras la muerte de 96 aficionados del Liverpool en el estadio de Hillsborough, se llevó a cabo una política que derivó en canchas más modernas y asientos en todas las gradas, pero también en un encarecimiento del balompié que dejó fuera a los aficionados de la clase obrera y a sus hijos de la posibilidad de tener carreras en el futbol para escapar de la pobreza (con excepciones). Pero sea cual sea la respuesta, se tendrá que poner en marcha una estrategia o seguiremos con el recuento de hechos violentos en los estadios del futbol mexicano.