Pasar de los ya de por sí inaceptables y cada vez más frecuentes hallazgos de cadáveres y restos de hombres y mujeres, desde víctimas infantes hasta de la tercera edad, en cada vez sitios más céntricos, a lo ocurrido el viernes en la colonia del Fresno donde ya no sólo tiraron al muerto sino que le prendieron fuego a plena luz del día es un nuevo punto de inflexión en nuestra desbordada crisis de inseguridad y violencia que a todos debe indignarnos y exigir acciones y no más pretextos de las autoridades federales, estatales y municipales para cumplir su obligación de garantizar la seguridad de la ciudadanía y no permitir que los grupos delincuenciales conviertan las calles de la ciudad en su campo de batalla y cementerio.Ya lo decía el extinto pensador, defensor de los derechos humanos y político franco-alemán Stéphane Hessel, en su libro insignia ¡Indígnese! (Indignez-vous!) publicado en 2010 y traducido a 32 idiomas que la violencia nunca debe tomarse como normal porque no lo es y “que la indiferencia es la peor de las actitudes”.Hessel, quien murió a los 95 años en febrero de 2013, y quien sobrevivió a un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial enfatizaba e invitaba en todos los foros en los que participaba a que cada persona tuviera un motivo de indignación. “Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo” decía este alemán nacionalizado francés en 1939, “nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos”.Si no queremos normalizar la violencia, en esa línea de pensamiento debemos sintonizarnos para no dejar pasar sin asombro esta nueva escalada de violencia como en su momento fuimos testigos mudos de otras mutaciones delincuenciales como la aparición de individuos privados de su libertad y dejados a su suerte con claras señales de tortura, y con la sádica señal de fracturas expuestas en sus piernas y hasta mutilaciones corporales.Esta nueva vuelta de tuerca más a la crisis de violencia e inseguridad que padecemos viene luego también de los hallazgos de las casas del terror, donde se priva de la libertad, se tortura y se mata y que es el inicio del eje criminal de las desapariciones y las fosas clandestinas.Que la violencia ahora arda en llamas se suma a la larga lista de pendientes y tareas incumplidas de la autoridad en sus tres órdenes de gobierno cuyos operativos han sido incapaces para detener o acotar estas acciones delincuenciales con las que las mafias desafían al Estado cada vez con mayor saña e impunidad.Urge, pues, la indignación social que mueva a gobiernos entumecidos y superados por el hampa que los tiene sometidos.