Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Victoria

Por: Gabriela Aguilar

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Brutal. Así puede definirse la intervención de los elementos de seguridad de Tulum, Quintana Roo, quienes el pasado sábado sometieron a una mujer en la vía pública por, presuntamente, alterar el orden. Las escenas son perturbadoras, la detención fue captada y difundida a través de redes sociales por quienes estuvieron presentes y vieron cómo perdía la vida Victoria Salazar, una mujer salvadoreña de 36 años que vivía con visa humanitaria en el país y que ahora deja huérfanas a dos niñas.

Indolencia. ¿En qué momento se deja de ver a un ser humano cuando se trata de un arresto, y pese a estar frente a una mujer indefensa, esposada y sometida contra el piso, el abuso de la fuerza persiste hasta arrebatarle la vida? Violencia de género en el más alto nivel.

Feminicidio. Así calificó el deceso la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, y la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Quintana Roo abrió una queja de oficio contra los policías involucrados, quienes fueron retirados de su cargo y se abrió una carpeta de investigación en su contra.

Posiblemente si los elementos de seguridad hubieran identificado la pérdida de conocimiento de Victoria y ella hubiera recibido atención médica de inmediato tal vez la historia sería otra, o tal vez no. Si en lugar de subir el cuerpo inmóvil de la mujer a la caja de una patrulla como si fuera un objeto sin valor, la hubieran subido a una ambulancia a tiempo quizá estas líneas fueran otras, o tal vez no, pero no hay vuelta de hoja.

La maquinaria en busca de justicia para Victoria ya se ha puesto en marcha, nuevamente una vez que la sociedad se vuelca para demandar que los responsables paguen por su arbitrariedad. Y no es un tema menor, se ha convertido también en un tema diplomático por el cual México deberá responder a la brevedad.

Y es que la impunidad ya no es tolerable. La turbulencia social está agazapada; basta un acontecimiento como éste, o como el que le arrebató la vida a Giovanni López en mayo del año anterior, cuya detención forzada en Ixtlahuacán de los Membrillos derivó en un homicidio, para que despierte y exija justicia hasta la última consecuencia.

Las heridas no han sanado. La sociedad jalisciense tomó las calles, se vivieron disturbios, más desapariciones y todo por un mal procedimiento. ¿Qué le sucede a los elementos de seguridad que en el afán de someter a un ciudadano pierden la noción de la fragilidad de la vida? Puede que haya un eslabón roto en la cadena de entrenamiento de los elementos, en las pruebas de confianza o en la sensibilidad para identificar cuando un tema de seguridad sale de control y se convierte en un tema de vida o muerte donde los minutos son cruciales.

Probablemente hay más casos como estos que, al no ser videograbados y difundidos, quedan en carpetas archivadas, pero no se debe sumar ni uno más; ahora en cada ciudadano existe una mirada crítica que cuenta con redes de comunicación imposibles de someter.

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